108 / Cuchillo de palo
Renate Costa (dir.), 2010
España-Paraguay, Etudi Playtime, video 93’
Cine, militancia e historia política
En esa subregión de América Latina que conocemos como Cono Sur suele repetirse y escucharse a menudo el refrán «en casa de herrero, cuchillo de palo», que más o menos alude a toda persona que, siendo especialista en algún rubro, usa ese saber hacer en cualquier lugar menos en su casa. Esa es la parte del título menos difícil de explicar del largometraje documental (producido en España) por la cineasta paraguaya Renate Costa Perdomo y estrenado en febrero del 2010 en la Berlinale.
La parte más compleja, y por eso mismo la más interesante, sin que esta frase tenga nada de refranero, es ese numerito aparentemente inocuo: 108, que no implica ningún tipo de numerología. Ese número, precisamente, desborda lo cinematográfico del documental de Costa y lo pone en paralelo con esa porción de la historia política paraguaya que se inicia en 1954 y que «termina» en 1989. O sea, con esa porción de historia política paraguaya que conocemos como Stronato: el régimen políticoautoritario-heteropatriarcal articulado alrededor de la figura del general Alfredo Stroessner Matiauda. De hecho, este año se conmemoran los sesenta años de su llegada al poder y de la usurpación del Estado.
Ese numerito aparentemente inocuo hace de la película de Costa un vehículo de memoria que representa el pasado y lo incorpora fáctica y subjetivamente en el presente. Es sabido que dentro de los márgenes de la historia política paraguaya (como de los otros países del Cono Sur) la memoria fue y es dramatizada por las tensiones (irresueltas)
entre recuerdo y olvido, latencia y muerte, revelación y ocultamiento, prueba y negación, sustracción y restitución. Precisamente a causa de las violentaciones a los derechos humanos 108 es y tiene el sentido de un testimonio que rebate la ficción genérica, pretendidamente universal, del sujeto absoluto: el que se acoge al canon de la heterosexualidad normativa. Entonces, esa palabra que es un número remite a un tema de los derechos humanos, a un tema de género, pero sobre todo a uno de la democracia. Porque es en democracia que podemos recuperar esa gramática de los cuerpos articulada alrededor de las agresiones sexuales y otros delitos de violencia de género. Y es en democracia que podemos reexplorar (reapropriar / recitar) en sus capas superpuestas la existencia de una memoria activa y disconforme. Porque es en democracia que podemos recuperar sin temor las señales de vida que grafican el trauma: los hilos rojos, aún clandestinos, de ciertas memorias críticas que se rebelaron contra el determinismo ideológico de un pasado guiado por racionalizaciones finales.
Antes de explicitar una lectura posible del documental de Costa, me parece relevante señalar que no se trata de un producto cultural que funciona esquizofrénicamente respecto de la realidad político-cultural que le es contemporánea. No se trata de un dispositivo cultural aislado de su contexto, dado que en Paraguay desde hace unos (pocos) años la cuestión 108 es abordada desde la literatura1, en una investigación militante colectiva, y también reivindicada por parte de grupos militantes LGTBI. Pienso en la Asociación 108, con sus múltiples acciones: la fundación de la Mansión 108 en Asunción, «un proyecto queer alternativo» (Airbnb), la publicación de un panfleto que ya va por su segunda edición 108 / Ciento ocho (Erwing Augsten Szokol y otrxs 2013), el blog 108 Memorias, o la impresión de remeras colorinches que llevan en el pecho el número como declaración de principios. También hay que recordar a Somosgay, una «asociación solidaria, comprometida con la innovación de estrategias efectivas contra la homofobia». Por el lado lésbico-feminista, Aireana, espacio político cultural «de información, de encuentro (para diálogos, charlas y debates) y de servicio a mujeres lesbianas». Y Lesvos, una nueva organización de mujeres lesbianas nacida en el 2013.
Este complejo dispositivo intelectual-político-militante-cultural se entrecruza en 108 / Cuchillo de palo. No hacer referencia a ese entramado restaría al amplio debatedel cual el documental de Costa participa desde las peculiaridades de la historia familiar de la cineasta entroncada con la historia política de su país, por cierto y las del cine en tanto séptimo arte. Debate que nexa múltiples dimensiones: derechos humanos, memoria, espacios de discusión que generan relatos e impulsan reflexiones que integran justicia, memoria e historia política con el arte en un contexto posrepresión, de resistencia y de denuncia de la violencia, maltrato y tortura contra la homosexualidad durante el Stronato: un régimen que a lo largo de su existencia desató con su autoritarismo múltiples razzias sobre subjetividades que se hurtaban al canon de la heterosexualidad normativa heterosexualidad masculina articulada alrededor del cuerpo del hombre, postulado como único sexo con existencia ontológica .
Sobre una de esas persecuciones reflexiona Renate, en un mano a mano entre ella, casi siempre detrás de cámara como si fuera un símbolo de la memoria irrequieta, indócil, escondida, que no puede parar de recordar y saber en presente sobre el pasado , y su padre, como si fuera símbolo del olvido, de lo dicho a medias, de lo negado, ocultado o manoseado en el presente sobre el pasado; su padre que, como su abuelo, era (es) herrero. 108 / Cuchillo de palo relata la historia de una familia o, en última instancia, de dos hermanos: el padre de Renate y su tío Rodolfo, «el cuchillo de palo», ya que contrario a sus hermanos y a su padre no quería ser herrero… sino bailarín, en el Paraguay de la década de 1980.2
Bailarín, una subjetividad reconocida visualmente como hombre, en un régimen político ya en época de descuentos pero que pulcramente se había ocupado de perseguir con atención cirujana a lo diversamente deseante en todos los órdenes del ser: ideológico, político, militante, insurgente, genérico... El Stronato como los demás autoritarismos militares latinoamericanos se ocupó de acotar, vigilar, castigar, desaparecer la circulación de signos militantes, disidentes, diversamente deseantes por medio de medidas inmunitarias que ¡ay! conocemos. La sumatoria de todos los polos victimados describía (describe) lo diversamente deseante respecto de ese orden que opera(ba) porque sigue operando en el Paraguay de hoy que escribo y de hoy que leés como molde disciplinario de una verdad menos revelada que obligada.
Rodolfo Costa: fue encontrado muerto en su domicilio, desnudo y tirado en el piso. En ese mismo momento, una Renate aún al borde de la infancia preguntó cómo había muerto el tío. Le replicaron: «de tristeza». Un tío que ella recordaba alegre, jovial. El recuerdo de ese hecho sombrío subjetivo, familiar y, en la sincronía, lo vamos a ver, colectivo es lo que la instó a filmar el presente para recuperar un pasado traumado. Filmar con vistas a formular nexos constructivos y productivos entre pasado y presente para hacer estallar el «tiempo-ahora» (Benjamin) que se ve retenido y comprimido en las partículas históricas silenciadas por las memorias oficiales.
Rodolfo Costa: 108. Su muerte, más precisamente su asesinato, en la década de 1980 reactualiza(ba) el asesinato del primer 108: Bernardo Aranda, cuya muerte dio inicio a la cuestión 108. Dicho esto, es el momento de explicitar qué quiere decir ese número en el contexto de la historia político-cultural paraguaya. Concretamente, se vinculacon la primera razzia pública que el Stronato perpetró sobre la comunidad homosexual asuncena en 1959 y que implicó la represión de sexualidades disidentes (no obedientes a la norma hetero); una represión acontecida en septiembre de ese año pero que a lo largo de la experiencia stronista se repetiría con variaciones mínimas, y que creó sentidos que siguen haciendo sentido en pleno siglo XXI dentro de los márgenes de un orden pretendidamente democrático. Esos hechos merecen ser interrogados y en esto reside uno de los aciertos de 108 / Cuchillo de palo porque, fuera del dispositivo intelectual-militante mencionado anteriormente, el trauma que implica la cuestión 108 aún no es motivo de reflexión por parte de las ciencias humanas ni de las sociales.
En 1959, Bernardo Aranda, locutor radial, fue encontrado calcinado en la Radio Comuneros en la que trabajaba. A partir de ese asesinato el Stronato desató una razzia y apresó a 108 presuntos homosexuales con vistas a «esclarecer» el motivo deesa muerte, cuyos móviles fueron presentados como «pasionales» por el poder y por el dispositivo prensa. A partir de ese momento se acuñó el sintagma «ciento ocho» como sinónimo despectivo para designar a todx homosexual.
Cuestionar la primera razzia o el asesinato de Rodolfo Costa en realidad tiene el sentido de formular una interrogación sobre los modos homosexuales de hacer sexo en relación con la sexualidad «normal» dominante. Modos nexados con un orden político, un orden sexo-genérico y uno anatómico de los cuerpos. También con la estabilidad de esos órdenes. En cuanto al orden: una primera base axiomática del discurso del poder autoritario-totalitario-heteropatriarcal consiste precisamente en la absolutización de un orden como principio clasificatorio con un impacto en los discursos tanto como en las identidades. La cuestión 108, y concretamente la de Rodolfo Costa, indica una situación de desborde respecto del sujeto monológico propio de las tradiciones oficiales que consagraba el autoritarismo de la cultura militar. Y «ciento ocho» es una cifra que apenas tiene relevancia matemática porque su peso específico es de índole política, más concretamente, de índole sexopolítica. Y filmar sexopolíticamente, por parte de Costa, nos permite formular una serie de reflexiones sexopolíticas de ese régimen que llamamos Stronato. Porque el sexo, el género y la sexualidad a partir de 1959 y el asesinato de Aranda, que en la década de 1980 se reactualiza con el asesinato de Rodolfo Costa impactaron en la actividad política y viceversa.
Mirando el documental es posible postular una relación directamente proporcional entre la lógica represiva de la patologización de la homosexualidad y el grado de opresión del régimen. En este sentido, 108 significa la activación de un mecanismo sexopolítico de orden disciplinario. Y 108 es uno de los tantos polos victimados por el Stronato que integraban una cultura contestataria cuyo objetivo general y generalizable era torcer el alfabeto de Tembelo3. Polo victimado, subjetividad social traumada integrada por Rodolfo Costa y precisamente por eso su caso es menos ejemplar que colectivo que aprendió sobre / con su propio cuerpo, un cuerpo colectivo traumáticamente , a disputarle sentidos al habla oficial, impugnando el formato reglamentario de una significación única: hombre / mujer / heterosexual. Habla oficial con su correspondiente cultura oficial que hablaba la lengua de la razón autoritaria. Lengua que en su propio léxico acuñó un sustantivo para designar la desviación sexual, la degeneración genérica, la amoralidad. Sustantivo cuando no lengua en su totalidad que sigue teniendo vigencia hoy en día y que aparece por las calles paraguayas bajo forma de graffitis pretendidamente antifascistas.
108 / Cuchillo de palo nos (de)muestra cómo el sistema sexo / género entró a formar parte de los cálculos del poder de manera declaradamente pública. Y cómo los 108 fueron (y son, porque la racionalidad stronista es todo menos un recuerdo enParaguay) transformados, por esos cálculos, en centros moleculares de dominación heterosocial. Con el caso Costa, con las razzias del Stronato sobre la comunidad homosexual, ese orden político le agregó un apéndice a la misoginia propia de cualquier sistema heteropatriarcal: el desborde sobre la homofobia que, al fin y al cabo, ¿qué es sino una misoginia extendida?
De este recorrido, un tanto frenético quizá, descienden por lo menos dos cosas. Que el cine, y dentro de ese arte 108 / Cuchillo de palo, tiene el poder de crear imágenes y convertirse en un contra-laboratorio virtual de producción de realidad; contra-laboratorio que crea las condiciones para nuevos recuerdos o mejor, recuerdos renovados en nuestro presente. Y dos: que el documental de Renate Costa, junto con las obras que mencioné ya, desde el ámbito artístico-cultural se constituyen en acciones complementarias de aquellas de los grupos LGTBI políticamente organizados. Ese macroconjunto de acciones recupera una palabra que integra el léxico stronista y que remite a una práctica represiva, pero sobre todo se la reapropia (invertida) respecto de su uso primigenio. En definitiva, todas esas acciones al resemantizar la palabra 108 nos devuelven en el presente un pasado revectorizado a partir del orgullo LGTBI. Y al recuperarnos esa palabra nos recuperan experiencias y memorias que hoy (en tiempos democráticos, si bien frágiles) reclaman derechos que como tales propenden por la ampliación de los marcos de ciudadanía. Demandan un Paraguay con derechos para todos y todas y todxs. Esa reapropiación que tematiza 108 / Cuchillo de palo nos dona la garantía de que con la conmemoración en tanto justicia puede fortalecerse la democracia en tanto verdad.
Referencias web
Aireana: www.aireana.org.py
Lesvos (Facebook): LESVOSorg
Mansión 108, Asunción: http://www.airbnb.mx/rooms/2196875
Somos Gay: somosgay.org
108 Memorias (blog): 108memorias.com
Por Rocco Carbone
Doctor en Filosofía por la Universidad de Zúrich (Suiza), profesor de Problemas Culturales Latinoamericanos en la Universidad Nacional de General Sarmiento (Buenos Aires) e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Se ocupa de procesos socioculturales latinoamericanos. rcarbone@ungs.edu.ar
1. Con una novela de Armando Almada Roche, 108 y un quemado. ¿Quién mató a Bernardo Aranda? (2012), un cuento de Bernardo Neri Farina, «El rock and roll de Bernardo» (2010), una dramaturgia de Agustín Núñez, 108 y un quemado (2003-2010).
2. Si bien es cierto que la tensión fundamental de la película está repartida entre Renate y su padre, el documental articula otras voces / otras miradas que sirven para reconstruir la historia de Rodolfo. La película pone en foco a otrxs personajes, integrantes de la cultura LGTBI, que conocieron a Rodolfo de manera más o menos mediada y sus recuerdos hacen contrapeso a la «versión familiar» paterna.
3. Apodo de Stroessner, basado en la palabra guaraní tembé que significa labio, con el que se ridiculizaba su enorme papada; y tembolo, cuyo significado es persona ridícula, despreciable.