TECNOLOGÍAS SEXOPOLÍTICAS, CONTRAESCRITURAS CRÍTICAS Y DISPOSITIVOS DE SUBJETIVACIÓN
¿Qué formas de agencia e imaginación política vienen agitando los discursos críticos de las desobediencias sexuales en los ámbitos del arte y el activismo? ¿Mediante qué estrategias las prácticas de las desobediencias sexuales posibilitan la activación disidente de nuevos procesos de subjetivación sexopolítica? ¿De qué manera estas subjetividades contestan y resisten a la potencial instrumentalización y neutralización de la disidencia por parte de los dispositivos de control del mercado neoliberal y sus políticas de la diversidad? ¿En qué formas interpelan críticamente a los relatos canónicos de la historia del arte y sus epistemologías normalizadas?
Este conjunto de textos pretende contribuir a la construcción de posibles genealogías de las desobediencias sexuales en América Latina al considerar las diversas estrategias poéticocríticas que, desplegadas desde el arte y el activismo, apostaron por la problematización y el desmontaje de las mecánicas de poder de la biopolítica/sexopolítica contemporánea y sus modos de administración, control y producción disciplinaria de cuerpos y subjetividades en el actual escenario diagramado por el semiocapitalismo globalizado. Se trata de prácticas que no solo tensionan y desplazan los bordes institucionalizados de lo artístico, sino que a la vez inscriben su operatividad disidente en la exigencia por reinventar el territorio de la política, forzando los límites de lo posible para agitar la invención desafiante de nuevos procesos de subjetivación.
La noción de «desobediencia sexual» designa a un conjunto múltiple y heterogéneo de prácticas contraproductivas que interfieren y desorganizan las mecánicas de productivización disciplinaria de la biopolítica/sexopolítica capitalista, pero no solo para denunciar o señalar aquello que la norma excluye, silencia o invisibiliza, sino para interrogar los cuerpos en sus potencias y en sus afectos (en su posibilidad de afectar y de verse afectados) y para activar modos de subjetivación que se arriesgan a interrumpir la producción y gestión normalizada de las subjetividades mayoritarias. En este sentido, interesa pensar a las desobediencias sexuales como una estrategia de contraescritura, un conjunto de prácticas de contraproductivización que opera desviando, desplazando, interrumpiendo o torciendo la productividad disciplinaria de los nuevos aparatos de control mercantil del capitalismo globalizado. Estrategias que articulan y disputan su disruptividad poéticopolítica en advertir las lógicas de poder/saber (cis y heterocentradas) que administran y pautan determinadas condiciones de inteligibilidad en torno a lo posible y lo pensable en la escritura del arte y sus narrativas, a la vez que plantean la pregunta política por los modos en que las imágenes y la historia del arte trabajan en la construcción de ficciones somatopolíticas y en la producción normada de una «verdad» estable y coherente de los cuerpos.
En continuidad con los desarrollos críticos del feminismo postestructural y la teoría queer, cabe entender a la escritura del arte como una tecnología sexopolítica. Este concepto, tal como lo define Preciado, deriva de la noción de biopolítica formulada por Michel Foucault para hacer referencia a una serie de transformaciones en las tecnologías de poder a partir del siglo XVIII. La biopolítica designa a un tipo de poder productivo que opera en la gestión y administración disciplinaria de la vida y que penetra y constituye el cuerpo del individuo moderno y es correlativo de la expansión de la racionalidad occidental moderna/colonial y capitalista. También las imágenes constituyen tecnologías sexopolíticas y, en tal sentido, participan, en sus formaciones hegemónicas, de las mecánicas normalizadas de productivización biopolítica. El concepto de tecnologías del género propuesto por Teresa de Lauretis — quien sigue y complejiza los argumentos de Foucault— permite advertir el lugar crucial que tienen las imágenes visuales y audiovisuales de nuestra cultura como poderosas tecnologías que operan en la producción de cuerpos sexuados y generizados y que sancionan y administran las condiciones de inteligibilidad de las sexualidades «normales» y «desviadas», al gestionar y fijar representaciones, imaginarios, identidades, efectos de verdad, subjetividades, deseos y afectos.
Sin embargo, tanto la escritura del arte como las imágenes constituyen también potencias políticas, territorios de contestación y contraproductivización crítica desde donde es posible desviar o desmontar dicho régimen de poder mayoritario.1 En cuanto práctica de contraescritura, la teoría queer y los discursos de las desobediencias sexuales vienen cuestionando los presupuestos teóricos, epistemológicos y metodológicos de la historia y la teoría del arte, contribuyendo a desmontar las narrativas hegemónicas de las historiografías dominantes en sus trayectorias normalizadas. No se trata, por lo tanto, de hacer un lugar a las desobediencias sexuales en dichos relatos legitimados, sino de interrumpir y desmontar las coordenadas de sentido a partir de las cuales estas prácticas son llamadas a inscribirse sin conflicto dentro de los límites de una historia del arte cuyos presupuestos teóricos y epistemológicos no siempre resultan problematizados. Las desobediencias sexuales, entendidas como una tecnología de contraescritura, se ubican a contramano de la mera integración de sus prácticas desde los presupuestos identitarios de conceptos como los de «arte gay», «lesbiano», «trans» o «queer». Por el contrario, apuntan a queerizar la propia escritura del arte para hacer pulsar en la cuidada geografía de sus narrativas hegemónicas aquellas corporalidades y procesos de invención subjetiva y de imaginación disidente silenciados o borrados del curso de lo posible. En las prácticas artísticas y activistas, las desobediencias sexuales suponen también la construcción de dispositivos de subjetivación que posibilitan la activación de nuevas formas de agencia sexopolítica que desarman los modos de sujeción mayoritarios.
Estos planteamientos se inscriben asimismo en el actual escenario diagramado por el capitalismo cognitivo; un capitalismo de sometimiento semiótico que se expande a escala planetaria, como lo ha señalado Félix Guattari, sobrecodificando y controlando toda actividad humana. El capital ya no designa una mera categoría económica, sino una categoría semiótica con consecuencias para la producción de subjetividad,
ya que el semiocapitalismo basa su eficacia en la sobrecodificación de las diferencias al aplanar su potencialidad productiva, adjudicar un territorio para cada expresión minoritaria, gestionar su visibilidad y neutralizar su fuerza de disidencia y su potencial de transformación. Las «industrias de la subjetividad» constituyen en el presente el más potente operador simbólico del capitalismo cognitivo. La máquina capitalista trabaja codificando y «poniendo a producir» aquellos restos o excedentes opacos que contrarían las lógicas de transparencia del régimen neoliberal, invisibilizando las disputas de sentido y las articulaciones de poder. Es en este contexto que las desobediencias sexuales son llamadas a «diferenciarse» según los ordenamientos de sentido trazados por las políticas de la transparencia del neoliberalismo y los discursos celebratorios de la diversidad desplegados por los nuevos aparatos de control capitalista. En este punto, las desobediencias sexuales podrían confrontar la cadena de productivización disciplinaria por medio de la cual el dispositivo de la diversidad produce, administra y hace visibles las diferencias, haciendo proliferar el excedente opaco como residuo inclasificable que se resiste a enmarcarse pacíficamente en los trazados de sentido a partir de los cuales el actual capitalismo diagrama los límites entre identidad, diferencia y alteridad.
Referencias
De Lauretis, Teresa. 2000 [1999]. Diferencias. Etapas de un camino a través del feminismo. Madrid: horas y HORAS.
Foucault, Michel. 2008 [1976]. Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber. Buenos Aires: Siglo XXI.
Guattari, Félix. 2004. Plan sobre el planeta. Capitalismo mundial integrado y revoluciones moleculares. Madrid: Traficantes de sueños.
Preciado, Beatriz. 2008. Testo yonqui. Madrid: Espasa Calpe.
1 La noción de contraproductivización también sigue los argumentos de Foucault, para quien no existe un «afuera» del poder, sino múltiples estrategias de resistencia, desvío o inversión de las formas de productividad disciplinaria normalizadas.