Memorial para la Concordia
Guatemala
Coalición Internacional de Sitios de Conciencia, Nueva York
www.sitesofconscience.org
Por Julio Solórzano Foppa, coordinador
Errata# En un juicio histórico para Centroamérica, el10 de mayo del 2013 el general golpista Efraín Ríos Montt fue condenado a ochenta años de prisión, por genocidio y tortura contra la población maya-ixil. José Mauricio Rodríguez Sánchez, su jefe de inteli-gencia militar durante los años ochenta en Guatemala, también procesado, fue exonerado. Los 36 años de represión en su país significaron el desplazamiento de un millón de personas, y más de 200.000 víctimas y 45.000 desaparecidos de 1960 hasta 1996. Desde su punto de vista como coordinador del Memorial para la Concordia de Guatemala, ¿cuáles fueron las condi-ciones que permitieron o garantizaron que se le diera curso al proceso contra el general Ríos Montt?
Julio Solórzano Foppa El juicio por genocidio a EfraínRíos Montt es, efectivamente, un juicio histórico para la región y de enorme trascendencia para la búsqueda de justicia en Guatemala. Las condiciones que permi-tieron que el juicio se llevara a cabo fueron diversas y podemos dividirlas en dos grandes grupos: por una parte, el empuje de las organizaciones de derechos humanos, de familiares de víctimas, especialmente aquellas directamente involucradas en esfuerzos por conocer la verdad, identificar a los responsables y buscar que se haga justicia, y, por otra parte, el equipo en el Ministerio Público presidido por Claudia Paz y Paz, que permitió que avanzaran ese y otros juicios que habían estado detenidos por años.
En mi opinión, creo que ha sido un factor de condicio-namiento positivo para el avance de los juicios la acti-tud de la comunidad internacional, que se manifestó de muchas maneras a favor del avance de la justicia. En sentido contrario, es importante recordar que las fuerzas económicas y políticas contrarias a la judicia-lización de los responsables cerraron filas y lograron, diez días después de la condena del 10 de mayo del 2013, que se anulara la sentencia.
Desde otra perspectiva, el juicio a Ríos Montt puso el tema del Conflicto Armado Interno en unos niveles de discusión pública que no se habían dado antes. Sin embargo, se generaron al mismo tiempo polarizaciones adicionales por la generalización con la que se pre-tendía definir el Conflicto entero como un genocidio. En Guatemala hubo actos de genocidio en momentos y circunstancias muy específicas, como es el caso por el que se juzgó a Ríos Montt y a Rodríguez a quienes se acusó de haber ordenado once masacres en la pobla-ción ixil localizada en los municipios de Nebaj, San Juan Cotzal y Chajul, en el departamento de Quiché al norte de Guatemala . La fiscalía juzgó esas masacres como parte de un genocidio, ya que se intentó destruir a comunidades definidas por su identidad cultural al ser ellas el sustento social en que se apoyaba el movi-miento guerrillero que actuaba en la zona. Es impor-tante señalar que estas fueron solo once de las 626 masacres documentadas a lo largo del Conflicto en Guatemala, y en varios de esos casos, además de lo sucedido en el Triángulo Ixil, se dan circunstancias que pueden tipificar esos crímenes como genocidio.
Arriba: los fotoperiodistas aprovechan el receso para fotografiar al acusado por genocidio Efraín Ríos Montt antes de que éste salga de la sala, 4 de febrero del 2013. Foto: Aida Noriega.
Abajo: fuera de la Torre de Tribunales se efectuó una ceremonia maya pidiendo justicia por las víctimas de las masacres ocurridas entre 1982 y 1983, minutos antes de la audiencia de Efraín Ríos Montt y José Mauricio Rodríguez Sánchez, 28 de enero del 2013. Foto: Aida Noriega.
Durante el Conflicto se cometieron otros delitos de lesa humanidad, como desapariciones forzadas, ejecu-ciones extrajudiciales, torturas, violaciones sexuales y abuso sistemático contra las mujeres, entre otras que se deben conocer y manejar de manera específica, tanto en los procesos judiciales como en los procesos de reparación y resarcimiento.
E# Cuéntenos un poco a qué le apunta el Memorialpara la Concordia. ¿Y cuáles han sido los retos más complejos que ha enfrentado esta institución, en su propósito de investigación y de dignificación de las víctimas?
JSF El Memorial para la Concordia es un pro-yecto plural, sustentado en tres principios: 1) la dignificación de todas las víctimas del Conflicto Armado Interno, indepe ndientemente de quiénes sean sus victimarios; 2) el trabajo por la conciliación y la concordia, entendido como cultura de paz, de diálogo, de solución negociada de los conflictos y de convivencia pacífica entre todos los sectores de la sociedad guatemalteca; y 3) asumir la diversidad cultural como una realidad intrínseca del país y como una riqueza de gran potencial; esto implica también la lucha contra el racismo y la discriminación que tanto daño le han hecho al país.
Desde la iniciativa del Memorial para la Concordia hemos desarrollado programas de diálogos y jorna-das de la memoria sobre temas del Conflicto Armado en los que ha quedado de manifiesto que no hay una sola verdad y, en consecuencia, tampoco hay una sola memoria. Nos parece indispensable asumir esta diver-sidad con respecto al pasado, para poder asumirla también en el presente y en el futuro. La cultura ha sido muchas veces, en la historia de Guatemala, un ins-trumento de división, a partir del intento permanente de imponer una cultura, un idioma, una religión, sobre todas las demás; este es un país en el que más de la mitad de la población es indígena y se hablan veintiséis idiomas mayas. Sin embargo, la cultura puede ser un factor de acercamiento y comprensión mutua si asumi-mos que somos un país diverso y que debemos apren-der a vivir esa diversidad con un absoluto respeto de unos por otros.
El principal reto que hemos enfrentado es esta natu-raleza plural del Memorial para la Concordia, que siendo de carácter político no es un proyecto ideológico ni partidario. Entendemos esta iniciativa como un punto de partida de la sociedad civil que busca el conoci-miento de la verdad y que el Estado asuma las respon-sabilidades que le corresponden, de acuerdo como fue delineado en los acuerdos de paz, cuyos diagnósticos y recomendaciones, aunque deban actualizarse, siguen teniendo gran vigencia.
Arriba: Viendo a los ojos del pasado, 2012. Un hombre maya de Petén observa la fotografía de su hijo (secuestrado en 1983 por el Ejército de Guatemala) durante una protesta pacífica frente a la Procuraduría de los Derechos Humanos. Foto: Aida Noriega.
Abajo: Busco a mi hijo, 2012. Blanca, madre soltera, busca a su hijo desde hace más de treinta años, un bombero secuestrado por el Ejército de Guatemala en 1983. Foto: Aida Noriega.
El planteamiento de la dignificación de todas las víctimas que hemos hecho como parte fundamental del Memorial es difícil de aceptar en una sociedad polarizada desde hace muchísimos años, aun antes de la guerra y como consecuencia de la guerra misma y, más recientemente, como resultado de los procesos de justicia, en particular del juicio de Ríos Montt. Sin embargo, al proponer estas ideas hemos establecido diálogos y encuentros con los más diversos secto-res de la población: en primer lugar, con familiares y organizaciones de víctimas, y después o en para-lelo hemos organizado tres encuentros interreligio-sos, diálogos con exmiembros de las organizaciones insurgentes, con militares retirados, funcionarios gubernamentales actuales y pasados, representan-tes de cámaras industriales y de comercio, docentes y estudiantes universitarios (tanto en universidades privadas como en la Universidad de San Carlos, que es la única universidad pública de Guatemala), líderes de diversas comunidades indígenas, grupos de vecinos en zonas urbanas y en pequeños poblados rurales, organizaciones artísticas y artistas e intelectuales individualmente, y con representantes de la comuni-dad internacional.
Los primeros tres años del Memorial para la Concordia no tuvimos apoyo económico ni financiero alguno, y todos los involucrados trabajamos aportando nues-tro tiempo y nuestros recursos. El último año hemos recibido apoyos puntuales para programas especí-ficos de diálogos y de memoria por parte del PNUD de las Naciones Unidas y la Cooperación Alemana en Guatemala, y hemos podido iniciar la construcción del Centro Cultural de la Diversidad, con pasos muy modestos y apoyos económicos importantes pero limitados de la Embajada de Alemania, de una fundación privada en Guatemala y de los familiares de Fernando García, una de las víctimas del Conflicto, que deci-dieron apoyar este proyecto con una parte de los recursos por reparación que les fueron asignados por el gobierno gracias a una resolución de la Corte Interamericana de Justicia de la OEA.
Todo esto nos ha permitido no solo presentar y dis-cutir la naturaleza del Memorial y sus propósitos ante grupos de jóvenes, mujeres y adultos de la ciudad y del interior del país, sino que nos ha permitido afi-nar nuestros instrumentos de diálogo y comunicación con los distintos sectores de la sociedad y enri-quecer nuestro mismo proyecto. Como es de imagi-narse, hemos tenido todo tipo de respuestas, desde manifestaciones de abierta simpatía por el proyecto hasta el rechazo total y sistemático de algunos sectores de las posiciones más radicales, tanto en la derecha como en la izquierda del espectro político del país. Afortunadamente, con la mayoría de nuestros interlocutores sí se han podido construir diálogos respetuosos, enriquecedores, y en algunos casos, se han establecido los parámetros iniciales para la cola-boración y el trabajo conjunto.
E# Desde una reflexión crítica y personal suya comofamiliar de desaparecidos en este proceso, ¿cuá-les son hoy las prioridades y desafíos en términos de procesos de reivindicación y reparación? ¿De qué manera se ha hecho frente a los procesos de revicti-mización y estigmatización?
JSF Los Acuerdos de Paz se firmaron en Guatemalaen 1996 después de treinta y seis años de Conflicto Armado Interno. Estos acuerdos incluían no solo el alto al fuego y el desmantelamiento de las organi-zaciones insurgentes, además de la reducción del Ejército y la reforma de las instituciones de seguri-dad del Estado, sino que había también un diagnós-tico sobre la situación social y política en general, además de una serie de recomendaciones para los años siguientes relativas a la situación de pobreza, desigualdad, violencia cotidiana, racismo y discrimina-ción contra la población indígena, entre otros temas. Desafortunadamente, esas recomendaciones no se implementaron más que en una mínima parte y el país continúa azotado por estos flagelos.
En lo que respecta a quienes fuimos directamente afectados por el conflicto, nuestras perspectivas y demandas son similares a las de otras agrupaciones de víctimas en diversos países de América Latina: queremos conocer la verdad, queremos identificar a los responsables de las atrocidades cometidas, queremos el avance de los procesos de justicia y que se tomen medidas serias y efectivas de repara-ción, resarcimiento y todo lo necesario para garan-tizar la no repetición. En lo personal, creo que lo anterior es indispensable, pero no suficiente. Yo me siento comprometido a contribuir con lo que pueda a participar en la construcción de una sociedad menos desigual, menos dividida, menos racista y más solidaria.
E# ¿Cómo se plantea el tema del olvido?, ¿la reconci-liación y el perdón hacen parte de esa gramática?
JSF Desde la firma de los Acuerdos de Paz en 1996,se ha impuesto una política de olvido que incluye que en las escuelas y universidades no se hable de la guerra reciente ni de sus razones y consecuencias. Contra el olvido han actuado ciertas circunstancias y esfuerzos específicos, como el descubrimiento en el 2005 del Archivo Histórico de la Policía Nacional, con ochenta millones de documentos desde finales del siglo XIX hasta 1997, de los que se han digitalizado dieciséis millones de documentos que son actualmente de acceso libre, tanto en las oficinas de atención al público de los propios archivos como en la página web de la institución. Por otra parte, ha trabajado con gran eficacia y desde hace veinte años la Fundación de Antropología Forense de Guatemala, que ha res-catado los restos de más de seis mil víctimas y que mantiene una campaña permanente de recolección de ADN de los familiares sobrevivientes, con lo que se ha podido identificar a cerca de la tercera parte de los restos encontrados en fosas clandestinas. Además, tanto el esfuerzo de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala con el proyecto de la Recuperación de la Memoria Histórica (Remhi) como el trabajo de la comisión de la verdad que en Guatemala se llamó la Comisión del Esclarecimiento Histórico recogieron decenas de miles de testimo-nios que documentan una buena parte de lo sucedido.
Desde otra perspectiva, el olvido es una prerroga-tiva individual, no nacional. Guatemala debe conocer y reconocer, educar y difundir todo lo sucedido en la historia reciente y en la profunda. Como he dicho, muchas de las condiciones objetivas por las que se dio el Conflicto prevalecen ahora: pobreza, margi-nación, desigualdad, concentración de la riqueza en unas cuantas manos, racismo y discriminación, etc. Es la tarea de las presentes generaciones encon-trar caminos eficaces y no violentos para enfrentar los grandes problemas del país, pero esto no puede hacerse sobre la base del olvido ni de la impuni-dad, que son ambas fórmulas para la repetición. Para lograr la reconciliación se requiere de un gran esfuerzo basado en el conocimiento, en el avance de la justicia y no en la impunidad. El tema del perdón podría plantearse, como se ha hecho en Sudáfrica y en Ruanda, a partir del reconocimiento de culpa y responsabilidad por parte de los perpetradores de los delitos de lesa humanidad, y solo entonces estas personas arrepentidas podrán solicitar el perdón de familiares, comunidades y de la sociedad en su conjunto, y de cualquier manera, siempre deberá haber algún nivel de consecuencia. Por otra parte, al Estado no le bastará pedir perdón sino que deberá tomar las decisiones institucionales de reparación, resarcimiento y avance de la justicia.
E# Pensando más puntualmente en las prácticas sim-bólicas y artísticas o performativas, ¿qué proyectos de arte han apoyado en Guatemala la concienciación de estos procesos por parte de la ciudadanía y la opinión pública? ¿Cuál ha sido el rol del arte en los distintos escenarios ciudadanos en su contexto?
JSF Como todos los sectores mayoritarios de la socie-dad que sufrieron el Conflicto, el arte y los artistas fueron también reprimidos, perseguidos, desapare-cidos, exiliados. La represión contra el arte y los artistas no se centró únicamente en manifestaciones explícitas en temas políticos sino en toda la comunidad artística en general, que fue reprimida en su libertad de crear, de pensar y de expresarse. Mucho se ha dicho de artistas e intelectuales perdidos durante el Conflicto Armado Interno, con el consecuente impacto en la sociedad en su conjunto. Las actividades artís-ticas se han venido multiplicando desde el fin de la guerra y han surgido nuevas expresiones formales y de contenidos, además de nuevas generaciones de artis-tas. Falta todavía, como sucede en casi todas las áreas de la vida del país, el fortalecimiento de las institucio-nes y la inclusión del arte y la cultura en los procesos educativos en todos los niveles. Ha habido proyectos artísticos que han apoyado la concienciación por parte de la ciudadanía, pero como sucede en la sociedad guatemalteca en su conjunto, el medio artístico no es ajeno a una política, que ha resultado muy efectiva, de silencio o desinformación con respecto de lo sucedido durante el Conflicto.