HACIA UN USO SUBVERSIVO DE LA EXPOSICIÓN. BUSCANDO FORMAS DE RETORNO DEL TRABAJO COLABORATIVO CON COMUNIDADES
Mediación Comunitaria
Quito, 2011
por Alejandro Cevallos y Valeria Galarza
www.mediacioncomunitaria.gob.ec
Es muy común que el trabajo colaborativo con grupos comunitarios adquiera un formato expositivo de acuerdo a las expectativas de museos e instituciones vinculadas al arte contemporáneo. El intento por ordenar un discurso y hacer accesible la producción de conocimiento a un público masivo acaba por subordinar, sin embargo, formas de construcción, transmisión y relaciones sociales que están política y culturalmente situadas en un momento y territorio. Este texto quiere ser un comentario crítico a dichas prácticas.
Hemos visto cómo las exposiciones incorporan códigos estéticos de la cultura popular, recrean situaciones o ambientes evocando la vida por fuera de los muros del museo y abordan temáticas sociales incorporando un tono crítico. Pero, considerada desde la práctica, ¿es posible pensar en la exposición como un lugar para hacer alianzas y compromisos con los entornos sociales? La exposición como mecanismo democratizador de la cultura asume a las personas como espectadores (públicos, consumidores o educandos), entendiendo el proceso de aprendizaje como oportunidad para afirmar el discurso o contenido de la exposición.1 En el contexto ecuatoriano el libro de comentarios, la encuesta genérica y el conteo de visitantes siguen siendo en muchos casos las herramientas descriptivas, narrativas y evaluativas de la exposición. El visitante es nombrado por la institución como el «beneficiario», asumiendo desde esta única voz un supuesto impacto positivo en la sociedad.
Cuando un grupo comunitario o agentes no pertenecientes al campo artístico se involucran en la producción de una exposición se abre la posibilidad de pensar en un espacio de exploración social y política, un espacio sobre la necesidad de diseminar o debatir las agendas y los aprendizajes resultantes del trabajo colaborativo, más que un ejercicio de afirmación sobre las funciones convencionales del museo dictaminadas por el Icom (investigar, preservar, divulgar, poner en valor). La exposición como estrategia «democratizadora» naturalizada en la institución museo y en el habitus profesional de sus agentes es un «modo de hacer heredado», encadenado a una política cultural cuyos efectos se han puesto en cuestión desde la educación crítica en museos (Mörsch 2009, Sternfeld 2012, y Sternfeld and Zjaja 2012): las jerarquías entre conocimientos expertos y saberes adquiridos en la práctica y contexto local, la consecuente superespecialización del trabajo cultural, la división de roles, el trabajo por competencias…, todo en el marco de una compleja red de intereses económicos globales, movilizados alrededor de la exposición.
Así, reconociendo que el problema de la mirada y la política de la representación son clave para la exposición, nos interesa preguntarnos, desde otra perspectiva, cómo ampliar las posibilidades de diseminar, circular o retornar los aprendizajes, archivos, investigaciones u otras producciones culturales al territorio. Esta pregunta es de interés metodológico en relación con los retos que implica la colaboración como un ámbito de trabajo basado en negociaciones siempre conflictivas e inciertas, y nos exige replantear los formatos de circulación, herramientas de descripción y evaluación de los ritmos y alcances del proceso, pero también transformar las relaciones educativas que promueven las instituciones culturales públicas sobre los usos sociales del conocimiento y el espacio expositivos.
Mediación Comunitaria, infografía Comercialización de hierbas, 2014-2015. Diseño: José Manosalvas.
Mediación Comunitaria es un equipo interdisciplinario de Fundación Museos de la Ciudad de Quito cuyo accionar abre diálogos y colaboraciones entre museos y grupos comunitarios. Colaboramos para determinar agendas de trabajo e intervenciones en espacio público que no están guiadas necesariamente por el interés temático del museo. Intentamos alejarnos de la idea de «responsabilidad social», que generalmente construye una narración celebratoria y conciliadora sin dejar espacios para una incidencia crítica y estructural sobre los modelos de gestión institucional. En la marcha hemos ido consolidando cuatro líneas de trabajo estratégicas que emergen de los diálogos institucionales con y en el territorio: género, activación cogestionada del espacio público, interculturalidad y educación intercultural. A continuación mostraremos una línea de acciones que hemos desarrollado, que ha representado la posibilidad de ensayar maneras de subvertir la exposición, descentrando su protagonismo y conectándola con otros espacios, tácticas y formas de mediación comprometidas con grupos sociales involucrados en disputas urgentes del territorio.
Contexto en el que se inscribe nuestro trabajo
En 1978, la Unesco declaró a Quito como Patrimonio Cultural de la Humanidad debido a la conservación de su arquitectura colonial. En los años noventa ello fue argumento para apostar al turismo, intensificando el endeudamiento de la ciudad y la inversión privada, e instaurando organizaciones civiles y estatales para regular los usos sociales del espacio público. Algunos sectores sufrieron intensos procesos de reordenamiento urbano y de especulación inmobiliaria y, en el marco del discurso patrimonial que privilegia la herencia hispana colonial, apareció en el año 2000 la Fundación Museos de la Ciudad, que administra la mayor infraestructura cultural de Quito. En contrapartida, Ecuador es fruto de un proceso de mestizaje arraigado a profundas condiciones de violencia y contraste. Dentro del último Censo de Población y Vivienda de Quito, el 4,1% de la población se autodefine como indígena, de la cual un 22% se asienta en los barrios de San Roque (en el centro histórico) y encuentra su principal fuente de trabajo en el comercio popular.2
El mercado San Roque ha sido el escenario social que interpela nuestras prácticas como mediadorxs de museos. Reúne entre 2.500 y 3.000 plazas de trabajo fijo organizadas en 21 asociaciones, pero representa una red de economía popular informal no calculada que conecta la ciudad con las ruralidades. En este sector, la población indígena que trabaja en formas no remuneradas, informales y sin beneficios de la seguridad social llega a un 73%. A cambio, el mercado atiende unos 204.000 clientes por semana, abastece el 17% de la demanda de productos de primera necesidad de la ciudad, y comprende una amplia red de oficios artesanales y prácticas culturales atadas a la vida cotidiana, como la curandería o la medicina ancestral. El mercado ha sido la plataforma para que padres y madres qui-chua-hablantes autogestionen espacios de educación intercultural bilingüe únicos en su género en el centro urbano, sosteniendo así la reproducción de la lengua.3
La exposición como retorno de la investigación
El mercado San Roque ha estado amenazado permanentemente por una posible reubicación. En el 2012, el Instituto de Patrimonio encargó a Mediación Comunitaria una consultoría para generar un mapa de actores y tensiones en torno al mercado y desarrollar talleres participativos para el rediseño del espacio bajo los intereses y usos de los comerciantes. El encargo partía de un supuesto: la mitad de comerciantes aceptarían el plan de reubicación, y la otra mitad, reunida en un frente de defensa del mercado, contribuiría a estructurar la reforma arquitectónica para reducir su escala y definir su uso futuro como servicio barrial.
Mediación Comunitaria, portada de la revista Imaginar el mercado San Roque, 2014-2015. Diseño: Jaime Villarroel.
Evidentemente, el objetvio inicial corría el riesgo de agotarse en la arquitectura y prescribía una reducción de escala sin ninguna certeza sobre su sostenibilidad, lo que ocasionó una serie de resistencias y negociaciones que determinaron sumar dos objetivos más a la consultoría: ensayar escenarios hipotéticos de transformación en el ecosistema del sector, y pensar los posibles modelos de gestión colectiva del mercado en su relación con el barrio y la ciudad. Esto significó preguntarnos quiénes quedarían fuera de los procesos participativos y cómo se entiende el rol social y cultural del mercado.
Mediación Comunitaria, Calendario vivencial agro-festivo comunitario, 2015. Diseño: José Manosalvas en colaboración con Valeria Galarza.
En la primera fase (cerca de tres meses) realizamos entrevistas, grupos focales y mapeos colectivos con comerciantes, pero también con voces minorizadas por el mercado: instituciones educativas autogestionadas, comerciantes no asociados, trabajadoras informales y vecinos del sector. Como grupo de investigación / mediación buscábamos incidir sobre la toma de decisiones políticas, pero los comerciates desplazaron esta aspiración idealizada y exigieron transferir toda la documentación para su uso autónomo en posteriores negociaciones directas con las autoridades. Así, el informe final de la consultoría fue revisado, comentado y validado por medio de talleres antes de ser entregado a otros agentes y ellos conservaron una copia.4
Pudimos explorar de qué manera la participación, como tecnología de conciliación de la institución, se rompe y deja formas de cooperación entre comunidades e investigadores / mediadores permitiendo que surjan compromisos frente a la problemática social. La exposición permitió un retorno de la investigación a agentes que habían contribuido en momentos distintos (y que por lo tanto no tenían una percepción panorámica y multivocal sobre el proceso), y que algunos dirigentes de la organización del mercado realizaran mediaciones de los materiales expuestos para los miembros de base de sus asociaciones.
En cuanto a los desafíos, identificamos la falta de lenguajes comunes que permitieran una «lectura» más allá del código de la escritura, limitación importante en un contexto cultural donde la oralidad es fundamental para el intercambio.
Finalmente, a pesar de haber estado abierta al público, la exposición convocó ante todo a las personas involucradas directamente en el debate interno del mercado, sin lograr el propósito de afectar las decisiones políticas de las autoridades en un debate público ampliado. Por su parte, el informe realizado actualmente está archivado dentro de la institución, aunque ha servido como herramienta de negociación en las manos de comerciantes del mercado y a partir de este documento se han sumado o corregido propuestas de manera autónoma por los comerciantes (véase Mediación Comunitaria 2013).
Tácticas de circulación, retorno y acción educativa
La condición institucional del proyecto se transformó del encargo para la representación (diagnóstico) de la complejidad del mercado, a una reflexión sobre el rol social del museo frente al territorio y discusiones de interés común: interculturalidad en el marco de políticas de reordenamiento urbano, sostenibilidad de la soberanía alimentaria, relaciones de género en las organizaciones políticas y sociales, participación social en el devenir del espacio público y derecho a una educación con pertinencia lingüística y cultural. La exposición alentó la producción de materiales educativos (post-exposición), como resultado de un compromiso que asumimos desde nuestro papel de educadores en museos y que a su vez requiere de formas de continuar procesos de investigación, dialogo y mediación. Los materiales generados pueden agruparse en tres ejes:
1. Reconstrucción de archivos e historias otras.
A partir de una alianza con los historiadores asociados al departamento de antropología de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Eduardo Kingman y Erika Bedón (véase 2012 y 2014) y el departamento educativo del Museo de la Ciudad, desarrollamos una infografía sobre políticas de ordenamiento y regulación del espacio público con base en los archivos que Kingman y Bedón habían recogido para la escritura de artículos académicos y donde se hacia evidente cómo transmutan históricamente distintos discursos de regulación y control como el ornato, la higiene, la modernización de servicios, el patrimonio o el turismo y la seguridad; discursos que han condicionado y marginalizado con un sesgo racista el comercio popular en la ciudad. Este material intentó trasladar informaciones hacia las organizaciones de comerciantes para un reconocimiento del encadenamiento histórico de sus luchas.
2. Trabajar contra el estigma del mercado. Realizamos afiches que mostraban cómo el mercado garantiza un intercambio entre la ruralidad y la ciudad tejiendo economías y prácticas culturales vitales; por ejemplo, con la cosecha de hierbas medicinales silvestres en los montes aledaños y su distribución en la ciudad, las mismas que se usan en prácticas de curandería y medicina tradicional popular en el centro de la ciudad. También recurrimos a entrevistas, de las cuales surgió una revista de historias de vidas de mujeres que subraya la importancia de su rol en las formas de organización política y en la reproducción de la vida social. Otro recurso fue una revista que recogió historias de organización y educación intercultural desarrolladas en San Roque. Paralelamente filmamos el documental San Roque. Una casa para todos, que los dirigentesdel mercado acompañaron y validaron, consiguiendo una pieza que fuera representativa y que no lastimara la negociación política en la que aún están inmersos.5 A pesar de varios intentos de censura, actualmente el documental está socializándose en los museos, grupos académicos y otras comunidades en territorio.
3. Intercambio de saberes, aprendizajes colectivos y alianzas educativas. A raíz de la implementación de la nueva Ley Orgánica de Educación Intercultural, las disputas sobre la autonomía y prácticas de enseñanza6 con relación a los saberes ancestrales y locales se han intensificado en el país. La escuela Cedeib-q ubicada en San Roque es la única escuela pública en la zona centro de la ciudad con una oferta intercultural bilingüe para niñxs indígenas. A inicios del año 2015 las autoridades del Ministerio de educación impulsaron un proyecto-encargo para la escuela que consistió en pedirles que diseñaran un calendario agrofestivo. Este fue el punto de partida para que Mediación Comunitaria propusiera el encargo como una dinámica que implicara un diseño en colaboración entre profesoras, madres y padres de familia y los niños de la escuela, usando como excusa el calendario para discutir temas relacionados con la reproducción de la lengua, la interculturalidad y la migración del campo a la ciudad. Tanto la producción de contenidos como el resutado final fueron fruto de una práctica bilingüe (quichua y español), con el apoyo de lxs profesorxs en la traducción. El calendario finalmente no se agota en la asociación de periodos agrícolas y fechas festivas indígenas sino que plantea analogías entre esos periodos, las prácticas educativas y las actividades laborales en el mercado, intentando combatir la idea esencializada de la agro-festividad indígena y acercándola a la complejidad y cotidianidad del indígena urbano.
Talleres en el mercado San Roque, 2012. Archivo Mediación Comunitaria. Foto: Antonio Collados.
Ocupaciones del espacio público y conexiones en el territorio
En el marco de la exposición «Wayku»7, iniciativa de la Fundación Museos para reconstruir una memoria histórica del sector (y en correspondencia con el proceso descrito en torno al mercado y el comercio popular), generamos una propuesta que alternó el formato expositivo (llevando materiales educativos y el documental a la salas de exposición) con una intervención en colaboración con pequeños comerciantes de la calle. Construimos veinticuatro mobiliarios de cafetería para negocios de pequeños comerciantes populares, quienes no cumplen con los requisitos necesarios para ocupar el espacio público (bajo los nuevos estándares de mejoramiento de servicios turísticos). La construcción, el diseño de letreros publicitarios que recobran prácticas de rotulación artesanal, y la ocupación por usuarios y transeúntes como irrupción en la normativa vigente resultó posible solo en la medida que venían escudadas como proyecto artístico derivado de la exposición. Ello abrió el debate entre autoridades municipales bajo la demanda de los comerciantes de mantener permanentemente los mobiliarios. En este sentido se desplazaba la idea de conseguir «nuevos públicos» en las comunidades con las que trabajamos, y más bien agitábamos una discusión latente dejando en compromiso y lugar incómodo a la propia institución frente al gobierno de la ciudad.
Pensar la exposición como un lugar para las alianzas y compromisos con sus entornos sociales es una aspiración compleja que nos alienta a buscar interdependencias y reconocimiento entre los distintos agentes del territorio, reflexionando y transformando el lugar que ocupamos en el juego de esas relaciones, disponiéndonos a hallar rutas alternas de trabajo y a construir una narración que exija nuevas condiciones institucionales para actuar, así como otros usos sociales de las tecnologías institucionales. De esta manera, pensar la relación educativa es pensar en nuestra propia concienciación en relación con el mundo, es pensar el tejido que solo se da en un lugar vital, del afecto, del conflicto y de la convivencia.
Referencias
Freire, Paulo. 2005. Pedagogía del oprimido. México D.F.: Siglo XXI.
Fundación Museos de la Ciudad: www.fundacionmuseosquito.gob.ec
Gescultura. 2014. Cuentan los vecinos del exPenal. Quito: Gescultura.
Instituto de la Ciudad. 2015. «Boletín Conociendo Quito». Disponible en: <www.institutodelaciudad.com.ec/ publicaciones/boletines.html>, consultado el 5 de diciembre del 2015.
Kingman Garcés, Eduardo (ed.). 2012. San Roque: indígenas urbanos, seguridad y patrimonio. Quito: Flacso-SedeEcuador.
Kingman Garcés, Eduardo y Blanca Muratorio. 2014. Los trajines callejeros: memoria y vida cotidiana, Quito, siglos XIX-XX. Quito: Flacso.
Mediación Comunitaria. 2013. «Informe final de la consultoría para la factibilidad, anteproyecto y metodología del diseño arquitectónico participativo para la refuncionalización del mercado San Roque-Centro Histórico de Quito». Disponible en: <www. mediacioncomunitaria.gob.ec/>.
Mediación Comunitaria. 2015. «Una casa para todos», en: Youtube, video, 23’. Disponible en: <https://www.youtube.com/watch?v=_yjbmzxPEQg>.
Mörsch, Carmen (ed.). 2009. Documenta 12 Education 2: Between Critical Practice and Visitor Services Results of a Research Project. Berlin - Zurich: Diaphanes.
Smith, Laurajane. 2015. «Theorizing Museum and Heritage Visiting.» In The International Handbooks of Museum Studies, Andrea Witcomb and Kylie Message (eds.).Chichester, West Sussex: John Wiley & Sons.
Sternfeld, Nora. 2012. «Playing by the Rules of the Game. Participation in the Post-Representative Museum.» Erika Doucette and Sam Osborn (trans.). In Cumma Papers # 1. Available at: <https://cummastudies.files.wordpress.com/2013/08/cummapapers1_ sternfeld.pdf>, accessed December 5th, 2015.
Sternfeld, Nora and Luisa Ziaja. 2012. «What Comes After the Show? On Post-Representational Curating.» In Dilemmas of Curatorial Practices, Barbara Bori´c and Saša Nabergoj (eds.). Ljubljana: World of Art.
1. Usamos como referencia la noción de educación bancaria en el marco de la educación crítica desarrollada por Paulo Freire (2005) y la lectura que hace Laurajane Smith (2015) sobre las prácticas educativas en museos
2. Datos elaborados por del Instituto de la Ciudad de Quito; véanse sus boletines «Conociendo Quito» (2015).
3. Según el Centro Educativo Intercultural Bilingüe de Quito Cedeibq (1986) y el Centro Infantil Atiry (1989), de los hablantes de lenguas indígenas en el sector, un 62% se ubica sobre los 30 años, un 24% entre los 12-18 años, y los menores de 12 son apenas un 14,3%.
4. Véase Mediación Comunitaria 2013. Otro mecanismo de transparencia del proceso fue la exposición de resultados de la investigación (con gráficas, infografías, colecciones fotográficas y mapas resultantes de los talleres) gracias a la contribución de investigadores y artistas externos: Henar Diez, Lenin Santacruz, Casandra Herrera, Wendy Morán, colectivo Serial y el colectivo Transductores (que jugó un papel clave en la concepción de la exposición).
5. El video puede verse en nuestro canal de Youtube, bajo el título «Una casa para todos» (Mediación Comunitaria 2015).
6. El reconocimiento de una educación lingüística y culturalmente pertinente existe constitucionalmente en el país desde 1924, y en 1940 comienza a tener un lugar clave como herramienta de concienciación política y social. En 1988 se crea la Dirección Nacional de Educación Indígena Intercultural Bilingüe (Dineib), que tiene autonomía técnica, administrativa y financiera desde 1992.
7. Wayku en quichua significa «quebrada», y aquí hacealusión a un corredor que va desde el antiguo terminal terrestre Cumanda hasta el mercado San Roque, donde se encuentran ubicados tres de los museos que administra la Fundación.