DESGLOSE PARCIAL DE UN FENÓMENO CRÍTICO APARENTE
Reuniendo Luciérnagas
Salón Regional de Artistas Zona Pacífico, 2015
Curadores Herlyng Ferla y Riccardo Giacconi
Museo La Tertulia, Cali
por Juan Sebastián Ramírez
El 3 de julio de 2015, las exposiciones «Las cosas en sí. Un sistema frágil», «Taumatropía. Metodología del engaño» y «Pathosformel. Elementos para una pintura», del proyecto curatorial Reuniendo Luciérnagas, abrieron de manera simultánea el 15 Salón Regional de Artistas - zona Pacífico del Ministerio de Cultura, en el Museo La Tertulia de Cali. Casi de manera inmediata surgieron fuertes críticas.
Desde los primeros días, a través de Facebook, se alzaron voces indignadas, en lo que parecía ser un rechazo generalizado a la curaduría de las exposiciones. Una facción del campo del arte local, conformada principalmente por artistas jóvenes, estudiantes y docentes universitarios, se volcó a circular y darles Like a las críticas hechas por otros. El sitio web de crítica Esfera Pública, a falta de contribuciones, haría lo propio, y se daría a la desafortunada tarea de recopilar todas las críticas bajo un título aún más desafortunado.1
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Es claro que las condiciones para la producción, circulación y comercialización del arte no son las mejores en la ciudad de Cali. Seguramente, un cúmulo de frustraciones antecedían al Regional, y cada quien había logrado sobrellevar a su manera sus insatisfacciones al respecto. Sin embargo, Regionales solo hay cada tres años y la oportunidad no podía dejarse pasar.
El primero en escribir, al día siguiente de la inauguración, fue Carlos Quintero, crítico por tradición de casi todo lo que tenga que ver con La Tertulia. Sin pelos en la lengua, desde el inicio del texto en su blog dejó ver los prejuicios2 que antecedían su visita, así como su condición de profesor de algunos de los artistas que estaban exponiendo en el Regional. Muy seguramente la empatía con sus estudiantes enarbolaría su indignación al constatar que durante la inauguración la escultura de piso de uno de sus estudiantes había sido deteriorada por el público asistente, hecho que lo llevaría al apresurado juicio de considerar que la exposición tenía una «pésima museografía» (Quintero 2015). Para no quedarse atrás, un día después, otra docente universitaria, «La que escribe»,3 criticó la exposición. Como investigadora en una institución local, el foco de su crítica sería la «falta de profundidad» de la investigación curatorial, apoyada en sus personales y desinformados preceptos de cuáles deberían ser los lineamientos de un Salón Regional. 4 Muy posiblemente su experiencia como curadora ocasional fue suficiente para calificar la curaduría como «un trabajo inexperto» (2015a), así como para reclamar por el uso de una obra de la colección del Museo de «un artista fallecido a quien no se le consultó su consentimiento» (2015a). De igual manera, «El burro y la paja»,5 joven artista local y participante en una de las exposiciones del Salón, retomaría en su informal crítica los argumentos de los problemas de museografía, la falta de experiencia de los curadores, la inclusión de una pieza de Pablo Van Wong en una de las muestras, y el deterioro de una de las obras (El burro y la paja 2015).
Hasta este punto nada se salía de lo usual. Solo era crítica ritual, y su falta de rigor daba pie a pensar que no tendría trascendencia. El punto de quiebre lo daría una crítica que Miguel González (2015) envió por correo electrónico el 7 de julio a parte de sus contactos, oportunidad que no desaprovecharon algunos de ellos. La inusual y voraz crítica de tan reconocido agente del campo artístico, que retomaba varios puntos de los anteriores textos, sirvió para validar de facto cualquier crítica negativa al Salón Regional, previa y posterior. Pocas horas después, este texto había rotado ampliamente hasta terminar en Esfera Pública, junto con el resto de las críticas.
«Las cosas en sí. Un sistema frágil», Sala de la Colección, primer piso. Foto: cortesía del Museo La Tertulia, Cali.
La resonancia empezaba a ser nacional, y un apartado del texto de González sugería que parte de la responsabilidad por el «fiasco» recaía en terceros; en el Ministerio de Cultura,6 para ser precisos. Si bien hasta entonces el objeto de todas las críticas había sido la curaduría, este último texto abrió una nueva ventana a sus detractores: la de la crítica institucio-nal. El escándalo estaba servido en bandeja de plata para quienes tuvieran intereses en capitalizarlo.
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A partir de este punto de inflexión, no surgieron nuevas críticas sobre fallas formales y conceptuales de las exposiciones.7 La crítica se concentró en señalar una cadena de responsabilidades por el «fracaso» de esta edición del Salón Regional. Si bien todos coincidían en la responsabilidad de los curadores, esta llegó a extrapolarse al Ministerio de Cultura, el Museo La Tertulia y Lugar a dudas.
De igual manera, con excepción de Carlos Quintero, los críticos iniciales se retiraron de la discusión y algunas voces aisladas apelaron a la moderación de las posturas,8 ante lo que pensaban se estaba convirtiendo en una cacería de brujas. No obstante, hicieron su aparición nuevos agentes críticos, a saber «Juana Marín»9 y «Camelia Sinensis»,10 y el periódico El País abrió sus páginas a los reclamos de un grupo de tres artistas participantes en «Las cosas en sí», encabezado por Sandra Patricia Navia.
La «crítica» de «Camelia Sinensis», personaje que se mantuvo en el anonimato —aunque sobre su identidad se tejieron algunas hipótesis (véase Flórez 2015)—, ocurrió exclusivamente en Facebook bajo la forma de memes que, mediante chascarrillos, atacaba a los curadores así como a su círculo extendido. Más interesantes y elocuentes de lo que hasta ese momento se cocinaba tras bambalinas fueron las críticas de «Juana Marín», docente y artista, que había gozado de mejores tiempos dentro de los círculos del poder del arte en Cali. «Ella» buscó presentarse como vocera del campo artístico local, de tal manera que, en su primera aparición (la entrada del 8 de julio de su blog), recopiló las críticas para reafirmar el descontento de la comunidad artística. Esta posición «colectiva» validó y reforzó el protagonismo a la crítica de González, agente de peso pesado a quien pocos se atreverían a rebatir, y cuya queja, como ya se dijo, fue aceptada por la mayoría como una verdad. Retomando su argumento, «ella» insistía en la responsabilidad del Ministerio, institución en capacidad de reconfigurar los poderes locales — si a bien lo considerase—, y, además, en la del Museo La Tertulia,11 escenario de poder local en el que «ella» misma alguna vez había sido influyente y donde perdió poder de manera definitiva con el reciente cambio de dirección y curaduría.
No contenta con pisar esos otros callos, también insinuó la injerencia de Lugar a dudas en la selección de los curadores,12 siendo que no había tenido ningún rol activo en el proceso del Salón Regional. Su ataque buscaba, por un lado, instigar a su némesis, Óscar Muñoz, y, por otro, crear un clima de desconfianza que le generaría réditos con los detractores de Lugar a dudas, con la esperanza de que el poder que erosionaba se revirtiera hacia sí. Empezaba a vislumbrarse que el debate crítico tenía tintes políticos, y cada vez se alejaba más de una juiciosa crítica del arte.
Para el 13 de julio, «Juana Marín», queriendo afianzar —mediante la adhesión de otros agentes del campo— su ansiada vocería de la comunidad artística, lanzó una petición en Avaz (Juana Marín 2015) contra el Ministerio, el Museo y, entre líneas, también contra Lugar a dudas. Ya para el 16 de julio los ataques cobraban visos de arenga política.13 Sin embargo, por esos mismos días se evidenciaría la fragilidad de su castillo de naipes. Ante la falta de adherentes a su petición de Avaz, terminaría cerrándola aduciendo «un error en el sistema» (2015b). Ya en este punto era evidente que «Juana Marín» no era la estudiante14 de Artes de la Universidad del Valle que pretendía ser, y que sus «preocupaciones» no eran compartidas por la comunidad artística por la que decía hablar. Al fin y al cabo sus ataques al Ministerio, al Museo y a Lugar a dudas no eran un llamado a un nuevo orden, sino a la restauración de un antiguo régimen bajo el cual ella había detentado una posición privilegiada.
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Vista del montaje de la exposición «Las cosas en sí. Un sistema frágil», curada por Herlyng Ferla y Riccardo Giaconni. La vitrina incluye obras de Angélica Castro, Julien Creuzet, William Narváez, Sandra Patricia Navia, Natalia Pipicano, Eduardo Ramírez Villamizar, Juan Guillermo Tamayo, Iván Tovar y Hermann Yusty. Foto: Carlos Lerma, cortesía del Ministerio de Cultura.
Al llegar a este punto de la discusión, no es difícil entender por qué este «momento crítico» alcanzó tanta resonancia en las redes sociales, y por qué los críticos del Salón suscitaron la empatía de parte del campo artístico local. Sin embargo, aún está por aclararse el pánico y la inacción del Ministerio de Cultura frente a la polémica, cuando en ocasiones anteriores había sido más presto en reaccionar.
Posiblemente la crítica de Miguel González, voz respetada por la ministra en lo relativo a las artes, confirió credibilidad al debate. Pero, más allá de esto, la participación de algunos medios masivos en él sería lo que terminaría dictaminando las acciones —o la falta de ellas— por parte del Ministerio. Para el 10 de noviembre, la Revista Arcadia había dado eco a González y había hecho el copy / paste de rigor de apartes de la recopilación colgada en Esfera Pública. Más allá de la indeseada «publicidad», esto deninguna manera ponía en aprietos al Ministerio.
El jaque lo daría el periódico caleño El País. Para aquellos ajenos a la política caleña, este periódico fue fundado por la familia Lloreda Caicedo de Cali, afiliada al Partido Conservador —Rodrigo Lloreda Caicedo, hijo de su fundador, fue candidato presidencial del mismo—, de oposición al gobierno actual. Igualmente, dicen en Cali que la ministra —sin querer desconocer sus méritos— fue nombrada en el 2010 por su apoyo a la candidatura de la dupla Santos / Garzón en aquellas elecciones. Y, grata coincidencia para los intereses políticos de los dueños del periódico, las fechas del escándalo en torno al Salón Regional coincidían con la época de campaña preelectoral para autoridades locales.15
Vista del montaje de la exposición «Las cosas en sí. Un sistema frágil», curada por Herlyng Ferla y Riccardo Giaconni. Adelante, en la vitrina, dos objetos encontrados y obras de Leonardo Amador, Julien Creuzet, Nicolás González, Juan Guillermo Tamayo, Iván Tovar, Ronny Vayda, Sergio Vélez, Hermann Yusty. Atrás: Mónica Restrepo, De Mala gana, 2015, instalación (arcilla lanzada contra la pared y publicación). Foto: Carlos Lerma, cortesía del Ministerio de Cultura.
A lo inoportuno del momento del debate debe sumársele que, poco antes, el 2 de julio, había tenido lugar una polémica local (véase El País 2015), en relación con el visto bueno que el Ministerio de Cultura había dado para la construcción de un espacio de vocación comercial en los parqueaderos de la patrimonial Plaza de Toros, y —argumentaban los detractores— en detrimento del proyecto de convertirlos en un parque público. En este contexto, no resulta sorprendente el repentino interés del periódico El País en el Salón Regional, sobre todo en el escándalo que se tejió a su alrededor. Dicho periódico concentró su atención en un aspecto que apela por excelencia a la sensibilidad de sus lectores: la victimización de un grupo de artistas participantes en una exposición organizada por el Ministerio de Cultura, a sabiendas de que la ministra era caleña. Así pues, el Ministerio optó por el silencio, por volverse invisible para evitar a toda costa generar mayor controversia, llegando al extremo de no interponerse ante la injustificada amenaza de demanda judicial16 de la que serían objeto los curadores por parte de los artistas victimizados. Amenaza que, ante la falta de apoyo institucional, desembocó en la aceptación a regañadientes, por parte de los curadores, de indemnizar a sus «víctimas» con dinero que estaba destinado a otros aspectos del Salón. Este arreglo resultó en detrimento no solo del Salón, sino de todas las partes implicadas (véase Ramírez 2015b), incluido el campo artístico local y el programa de los Salones Regionales en conjunto. Sin embargo, la ganancia para el Ministerio fue acallar al periódico El País, y, en consecuencia, sortear posibles costos políticos en las elecciones que se avecinaban.
El verdadero «sistema frágil» en esta ecuación resultó ser el que establece el Ministerio para sus becarios y las políticas regionales. Tanto así que aun la crítica más débil, dentro de la apropiada coyuntura, fue capaz de hacer mella en un programa institucional con cuarenta años en su haber. Así mismo, no puede desconocerse que la «tradición crítica» hacia los Regionales tiene sus orígenes en el modelo mismo, que está basado en una convocatoria-compe-tencia en la que a sus ganadores, a falta de mayores estímulos económicos regionales y desde el centro hacia las regiones, se les endilga la responsabilidad de asumir un poder transitorio —muchas veces indeseado— para administrar en representación del Estado una bolsa «generosa», en contextos donde no hay dinero para las artes, y que solo beneficiará una mínima parte del campo artístico de cada región.
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Tardíamente, a fines de julio, llegó por fin una especie de contraataque de los defensores del Regional, que funcionó a manera de cierre del episodio, aunque solo fue simbólico, para la escena del arte local y nacional. Las primeras críticas positivas sobre la curaduría las hicieron Juan Cárdenas (2015), quien casualmente pasó por Cali, e Inti Guerrero, otro passerby, quien remataría validando «Las cosas en sí. Un sistema frágil» en una elogiosa publicación de Facebook a la que hasta los detractores de la exposición le dieron Like. Desde Cali, yo mismo contribuí con dos textos (Ramírez 2015a; 2015b) a Esfera Pública, y Ericka Flórez (2015) publicó otro. Sin embargo, este contraataque no estuvo exento de errores: los defensores de Reuniendo Luciérnagas nos habíamos dejado enredar en la cortina de humo de lo cualitativo del arte y de su crítica, cuando para entonces quienes buscaron capitalizar políticamente este episodio ya se habían replegado, no sin antes reconquistar posiciones. Al día de hoy, los representantes del antiguo régimen siguen predicando las «buenas viejas maneras» desde el resguardo de la academia local, atentos a frenar cualquier avance de los «nuevos advenedizos». No sorprende entonces que buena parte de la batalla se haya dado desde la academia con mayor tradición en la ciudad.
Referencias
Cárdenas, Juan. 2015. «Apuntes sobre el 15 Salón Regional Pacífico, Reuniendo Luciérnagas», en: Esfera Pública. Julio 27. <http://esferapublica.org/nfblog/apuntes-sobre-el-15-salon-regional-pacifico-reuniendo-luciernagas/>, consultado el 11 de abril del 2016.
burro y la paja. 2015. «Despabilen luciérnagas», en: El heno contraproducente [Blog]. Julio 5. <http://elhenocontraproducente.wordpress. com/2015/07/05/544/>, consultado el 11 de abril del 2016.
El País. 2015. Redacción. «Sí se podrá construir enlos parqueaderos de la Plaza de Toros de Cali». Julio 2. <http://www.elpais.com.co/elpais/cali/ noticias/aprueban-plan-manejo-especial-para-plaza-toros-cali>, consultado el 11 de abril del 2016.
Esfera Pública. 2015 «¿El Salón Regional en la Tertulia es unfiasco?» [recopilación], en: Esfera Pública. <http:// esferapublica.org/nfblog/algo-anda-mal-con-el-salon-regional-en-la-tertulia/>, consultado el 11 de abril del 2016.
Flórez, Ericka. 2015. «Elementos para un juicio (“de valor”)», en: Esfera Pública. Julio 31. <http://esferapublica. org/nfblog/elementos-para-un-juicio-de-valor/>, consultado el 11 de abril del 2016.
González, Miguel. 2015. «Sobre el Salón Regional en La Tertulia», en: Esfera Pública. Julio 7. <http:// esferapublica.org/nfblog/algo-anda-mal-con-el-salon-regional-en-la-tertulia/>, consultado el 11 de abril del 2016.
La que escribe. 2015a. «Sobre el 15 Salón Regional Zona Pacífico: Reuniendo Luciérnagas», en: $200 de cilantro [Blog]. Julio 5. <https://200decilantro.wordpress. com/2015/07/05/sobre-el-15-salon-regional-zona-pacifico-reuniendo-luciernagas/>, consultado el 11 de abril del 2016.
La que escribe. 2015b. «La pelea y el bochinche… no hacen falta», en: $200 de cilantro [Blog]. Julio 12. <http://200decilantro.wordpress.com/2015/07/12/ la-pelea-y-el-bochinche-no-hacen-falta/>, consultado el 11 de abril del 2016.
Marín, Juana. 2015a. «¿Qué pasa con el Salón Regional de Artistas?: Del Museo la Tertulia y otros Demonios», en: laplieguepegajosa [Blog]. Julio 8. <http:// laplieguepegajosa.wordpress.com/2015/07/08/ que-pasa-con-el-salon-regional-de-artistas-del-museo-la-tertulia-y-otros-demonios/>, consultado el 11 de abril del 2016.
Marín, Juana. 2015b. «Ministerio de Cultural de Colombia: Respondan por la fallida convocatoria del Salón Regional de Artistas», en: Avaz. Julio13. <https://secure.avaaz.org/es/petition/ Ministerio_de_cultural_de_Colombia_Respondan_ por_la_fallida_convocatoria_del_Salon_Regional_ de_Artistas_Occid/?pv=6>, consultado el 11 de abril del 2016.
Marín, Juana. 2015c. «¿Habrá reunión en torno al Salón Regional de Artistas?», en: laplieguepegajosa [Blog]. Julio 16. <http://laplieguepegajosa.wordpress. com/2015/07/16/habra-reunion-en-torno-al-salon-regional-de-artistas/>, consultado el 11 de abril del 2016.
Quintero, Carlos Fernando. 2015. «¡Deje así!», en: Desde la Kverna [Blog]. http://desdelakverna.blogspot.com.co/2015/07/deje-asi.html, consultado el 11 de abril del 2016.
Pérez, María Camila. 2015. «“Reuniendo Luciérnagas”, un proyecto que se quedó en la oscuridad», en: Revista Arcadia. Julio <10. http://www.revistaarcadia.com/arte/articulo/polemica-salon-regional-zona-pacifico/43162>, consultado el 11 de abril del 2016.
Ramírez, Juan Sebastián. 2015a. «Breve manual para un perfecto argumento “ad chontadurum”», en: Esfera Pública. Julio 28. <http://esferapublica.org/nfblog/breve-manual-para-un-perfecto-argumento-..., consultado el 11 de abril del 2016.
Ramírez, Juan Sebastián. 2015b. «Sobre la judicialización del caso Reuniendo Luciérnagas», en: Esfera Pública. Agosto 5. <http://esferapublica.org/nfblog/sobre-la-judicializacion-del-caso-reuniendo-luciernagas/>, consultado el 11 de abril del 2016.
1. El título de la entrada sería «¿El Salón Regional en La Tertulia es un fiasco?», título que, a pesar de plantearse como un interrogante, predisponía negativamente a los lectores desde un principio.
2. «Desde hace unos buenos meses decidí no asistir a las exposiciones que organizan en mi pueblo, ni los aledaños, ni los del país. Los eventos son tan de dudosa calidad, por no decir más o menos, que prefiero evitarme la pena y el mal genio de tan siquiera asistir» (Quintero 2015).
3. Pseudónimo de la autora del blog $200 de cilantro.
4. «[L]as actuales exhibiciones [...] solo dan cuenta de inmediatez, desorganización y falta de profundidad al abordar el tema del arte de esta particular perspectiva: Cali y el Pacífico.[...] No se sabe muy bien con esta muestra qué sucede en otras latitudes como Chocó, Cauca o Nariño (sic) [...]» (La que escribe 2015a). «La que escribe» no solo parece estar apegada a la noción más tradicional de salón (en franca contravía con el actual modelo de los Salones Regionales de exposiciones curadas, y en las cuales los curadores son libres de definir los temas y las aproximaciones de sus proyectos), sino que también parece ignorar que, aunque los Regionales fueron concebidos como una serie de muestras cuyo objeto era visibilizar a los artistas de cada región, desde el 2012 el Ministerio de Cultura replanteó estos lineamientos liberando a los curadores de cualquier atadura geográfica y sacando al departamento de Nariño de la zona Pacífico.
5. Pseudónimo del autor del blog El heno contraproducente.
6. «Creo que el Ministerio de Cultura, patrocinador de este evento nada barato, debe de asesorarse mejor al escoger los curadores. En este caso fue fallida su designación [...]. Deseamos que un personal más idóneo se ocupe de estos menesteres y que el Ministerio obligue a que los proyectos se cumplan como fueron aprobados y seleccionados» (González 2015). Si bien es posible que hubiera habido mejores solicitudes en la convocatoria del Ministerio de Cultura, resulta paradójico que González esperara que el resultado final fuera fiel a la propuesta inicial (que es justamente un proyecto de investigación curatorial, no como una curaduría finalizada). No obstante, obviando esta incoherencia, su queja sería retomada hasta el paroxismo por «Juana Marín».
7. A pesar de que las críticas a la curaduría del grupo de artistas encabezado por Sandra Patricia Navia tenían su origen en lo que consideraban un mal montaje, su argumento se encaminó hacia los daños morales.
8. «Para nada estoy de acuerdo con el bochincherío que se armó, que ha llegado a inundar al chismógrafo digital por excelencia, de toda clase de improperios en una horda que escuchó al caído caéle» (La que escribe 2015b).
9.Pseudónimo del autor del blog Laplieguepegajosa.
10. Pseudónimo usado en un perfil de Facebook, muy activo durante el debate, cerrado posteriormente.
11. «La pregunta es qué pasa con el Museo. ¿El comité curatorial no revisó la propuesta? ¿No se dio cuenta de la falta de experiencia por parte de los curadores para abordar un proyecto de esta magnitud? [...] El Museo la Tertulia no es un espacio para mostrar pruebas de acierto y error, como ocurre con las dos exposiciones antes mencionadas; ¿es que no hay curador o comité curatorial? ¿Por lo menos dirección?» (Juana Marín 2015a).
12. «¿Cómo hace el Ministerio sus elecciones? ¿Son tan inocentes acaso, o desconocen tanto los contextos que terminan ocurriendo estos descalabros?, ¿o definitivamente siguen queriendo imponer su mirada de nosotros desde el centro? ¿No conocen los procesos que ocurren en la ciudad y les consultan a quienes sin Lugar a dudas les sugieren aquellos que más les conviene aunque no sea lo más ético?» (Juana Marín 2015a).
13. «Debemos capitalizar esto que está ocurriendo, organizarnos y proponer ideas, para que el medio sea equitativo y no dependa de una institución el manejo de todo, solo por las relaciones que tiene» (Juana Marín 2015c).
14. «Juana Marín» reveló su impostura en unos de sus ataques al Museo La Tertulia cuando afirmó: «Solo falta que el museo empiece a montar obras de estudiantes que, con todo respeto, requieren otro tipo de espacios» (2015a). Es evidente que esto nunca sería motivo de queja de estudiante alguno, pero, además, «casualmente» por aquellas fechas el Museo empezaba a trabajar en un proyecto expositivo que quería incluir proyectos destacados de estudiantes de las facultades de artes de la ciudad, información que solo tenían entonces las facultades que había sido consultadas al respecto.
15. Las elecciones tuvieron lugar el 25 de octubre de 2015.
16. Al respecto escribí detalladamente en Esfera Pública: «Sobre la judicialización del caso “Reuniendo Luciérnagas”» (Ramírez 2015b).