MOVERSE HACIA EL OTRO. FUERZAS, AFECTOS Y AFECTACIONES EN EL CUIDADO Y LA RESPONSABILIDAD POR OTROS A TRAVÉS DE LA PRÁCTICA DEL ARTE
El amor no es esencialmente una relación con una persona
específica; es una actitud, una orientación del carácter
que determina el tipo de relación de una persona con el
mundo como totalidad, no con un “objeto” amoroso.
Erich Fromm
Introducción
Moverse hacia el otro es una tesis de trabajo sensible y experimental que confronta mi posicionamiento —ético, espacial, político, kinestésico— y mi subjetividad, siempre en relación con los demás, desde la cual intento responder dos preguntas clave: ¿cómo me muevo hacia el otro en una búsqueda que quiere hacer más grande el espacio de su existencia? y ¿qué moviliza en mí la presencia del otro? En tal sentido, inicio este texto expandiendo la idea de una movilización radical ante la presencia del otro, a través del trabajo de la pionera en danza-terapia Janet Adler, y el planteamiento de otras formas de relación y comunicación, según la artista y escritora con discapacidad Mel Baggs. Posteriormente, expongo la idea del cuidado como una fuerza de apertura al mundo y su relación con el concepto de fuerza y contrafuerza recurrente a lo largo de mi obra. Por último, presento al lector mis proyectos destacando cómo el uso de materiales y el trabajo con el cuerpo en movimiento dan cuenta de estos procesos de pensamiento y experimentación.
Hacer espejo o moverse hacia
En el video Looking for Me, puede verse cómo la bailarina y pionera de la danza-terapia, Janet Adler, se desplaza al lugar íntimo y distante de dos niñas con autismo, Amy y Deborah, de dos y cinco años de edad, respectivamente. La experiencia de moverse hacia comienza en el momento en que Adler deja de lado su propio universo de referencia, e incluso su formación como danza-terapeuta, y se mueve radicalmente al universo de sentido de Amy y Deborah. Al entrar en su mundo y entender sus gestos, movimientos y silencios, Adler les está comunicando algo fundamental: por una parte, está reconociendo sus formas de expresión como lenguaje relegando el uso del lenguaje verbal, centrado en el logos, y utilizando un lenguaje corporal, temporal y espacial centrado en el sentir, y, por otra parte, les está haciendo saber que las acoge tal y como son, sin pedirles nada, transmitiéndoles el mensaje de que pueden ser ellas mismas al mismo tiempo que son con otros. Espacio y distancia son elementos indispensables en la construcción de su relación: si Adler se acerca demasiado rápido a su espacio vital (su kinesfera), las niñas se lo hacen saber. Poco a poco, la distancia que separa drásticamente los cuerpos se diluye hasta comenzar un proceso de simbiosis similar al de la madre y el hijo en los primeros años de vida. El primer rasgo que muestra la formación de un vínculo emocional es la posibilidad de que sus cuerpos se relajen al entrar en contacto. La liberación de tensiones y, por ende, la apertura de sus cuerpos, la disposición y el ensanchamiento de su estar-en-el-mundo1 evidencian un estado del ser más tranquilo y dispuesto, un disfrute amoroso del estar-ser con otros.
El primer recurso de comunicación que utiliza Janet Adler es la imitación consciente, o mirroring, es algo así como hacer espejo con el otro. Para comprender el lenguaje de Amy y Deborah, su primera estrategia es imitar sus movimientos. Al hacer lo que el otro está haciendo, con una alta conciencia, logra captar en alguna medida su estar-en-el-mundo incorporando sus formas de habitar y dar sentido. Más allá de la imitación, el ejercicio de hacer mirroring es la apertura a ser afectado al entrar en contacto con la profundidad de los movimientos del otro sin la pretensión de entender u otorgar una significación a los mismos. Por tanto, en el caso de Amy y Deborah, no es necesaria una traducción de su lenguaje. Como nos dice la artista y escritora con discapacidad Mel Baggs: “mi lenguaje no se trata de diseñar palabras o incluso símbolos visuales, es una respuesta continua a lo que me rodea. Es un estar en conversación constante”, sintiendo, oliendo, probando y escuchando los sonidos y las formas del mundo. Esta conciencia perceptiva encarnada más allá —o más acá— del lenguaje consiste en estar en “conversación constante” (Baggs, 2007) diluyendo las fronteras que separan mi ser-con (otros) y mi estar-en (el mundo). El ser, en interdependencia entre el sentir y lo sentido, el afectar y el ser afecto, se reconoce como sujeto, “el sujeto adquiere su identidad desde su responsabilidad por otros [...]. La subjetividad es sensibilidad, exposición a los otros, vulnerabilidad y responsabilidad en proximidad de otros” (Giménez, 2011). El sujeto capta las fuerzas afirmativas de su existencia gracias a un entramado relacional de su ser-estar con y para otros en “conversación constante” (Baggs, 2007), esto quiere decir en participación activa y comprometida con el mundo que lo constituye y al cual constituye.
El cuidado como fuerza de apertura al mundo
En su libro Sensing, Feeling and Action: The Experiential Anatomy of Body-Mind Centering, la artista e investigadora del movimiento Bonnie Bainbridge Cohen nos muestra la foto de una madre con su hijo. La postura corporal de la mujer deja ver un estado profundo de relajación y apertura en el que el pecho y el tronco se extienden permitiendo que el diafragma se mueva ampliamente y la respiración fluya del cuerpo al mundo y del mundo al cuerpo con generosidad. Bainbridge titula la foto Open Heartedness que, traducido al español, sería apertura del corazón, disposición del corazón abierto, o completa disposición hacia otro ser.
Esta relación de cuidado y apertura, visible en la imagen de la madre y el hijo y en los fotogramas de mi trabajo con las mujeres saharauis en los campos de refugiados del Sahara Occidental (figuras 5-6), permite ver las fuerzas y los afectos que hacen del cuidado de los otros la forma en la que el ser se abre al mundo. “La cura, el cuidado (en el planteamiento de Heidegger) es la posibilidad de que el ser encerrado en sí mismo se abra al mundo” (Uribe, 2006).
Nuestro propósito de estar-en-el-mundo está fuertemente ligado a la posibilidad de cuidarnos, de estar-en-el-mundo a través de la participación y el compromiso. “Decir que el sujeto es cuidado significa que los seres humanos entendemos y cuidamos de nosotros mismos en-el-mundo en términos de estar conectados con lo que podemos y no podemos hacer” (Wrenn, 1995). Por la conectividad o intercorporalidad que se crea con las formas del cuidado y, sobre todo, del cuidar, es fundamental valorar que podemos y debemos actuar para elegir entre nuestras propias posibilidades, descubriendo de qué afectos somos capaces y complejizando nuestra idea del amor. Dice Erich Fromm: “El hombre se une al mundo en el proceso de creación” (1956), es su productividad, su capacidad de dar de sí mismo, lo que lo extiende al mundo. El ser, en esa apertura de sí mismo, despliega sus afectos y se abre a la posibilidad de ser afectado. Una trama de afectos y afectaciones, de fuerzas y contrafuerzas, es siempre dinámica, difícil, exige de nosotros atención, disposición y responsabilidad.
Fuerzas y contrafuerzas (la membrana permeable)
En mi obra Errantes2, la idea de fuerza y contrafuerza —visible en la elongación espacial de una gran tela negra— surge de la necesidad de encontrar pautas de creación para asumir la dificultad, la doble dificultad: 1) la dificultad de involucrarse —implicarse— con la vida y el dolor ajeno, y 2) la dificultad de llevar ese dolor al dibujo o a cualquier forma de representación. La dificultad es planteada, como lo propone el filósofo Estanislao Zuleta (1980), como una condición afortunada de la existencia que nos obliga a ponernos en cuestión y desplegar nuestras posibilidades de acción. La tela negra —al principio un recurso que ejercía sobre mí una contrafuerza en el momento de querer alcanzar el papel para dibujar— se comenzó a proyectar en el espacio abriendo un tercer espacio liminal. Ese otro espacio generaba respuestas reales en mi cuerpo, conectándome directamente con la corporalidad del mundo, haciendo inseparable mi ser-estar con y para otros.
La palabra “emoción” viene del latín emovere que significa remover, mover, o mover hacia. El movimiento de los afectos, nos dice Sara Ahmed, implica no solo un proceso de movilización, sino de attachments, de apegos o lazos que nos conectan con los otros y con nuestro entorno.
Aquello que nos mueve, aquello que nos hace sentir, es al mismo tiempo aquello que nos mantiene en nuestro lugar o aquello que nos da (abrigo). Por lo tanto, el movimiento no corta (saca) al cuerpo del ‘lugar’, del ‘dónde’ de su habitar, sino que, al contrario, conecta cuerpos con otros cuerpos: los vínculos toman su lugar a través del movimiento, a través de ser movidos por la proximidad de otros. (Ahmed, 2014) (traducción propia)
La tela-membrana no puede ser sin un otro, es por eso que necesita una fuerza y una contrafuerza para abrir espacios. Su condición elástica y su facilidad para responder al movimiento la hacen un material que busca los cuerpos. Es una piel-cuerpo extendida que hace visible el entramado de afectos y afectaciones de nuestro ser-en-el-mundo. La tela-membrana crea una unidad compleja, heterogénea, que diluye las fronteras entre el adentro y el afuera y despierta nuestro sistema de fluidos llenando el mundo con nuestra presencia y nuestra presencia con las fuerzas del mundo.
Es así como la tela-membrana adquiere una dimensión colectiva que propone nuevas formas de habitar y construir comunidad. La tela por sí misma no es nada sin quienes la llenamos de sentido. Sus posibilidades poéticas y kinestésicas devienen múltiples y colectivas cuando se localizan en el espacio social, pues es allí donde los cuerpos resisten y reclaman su autonomía.
Estando en el desierto del Sahara, como parte del Festival de Arte y Derechos Humanos del Sahara Occidental, en Tindouf, Argelia, comprendí la dimensión de la tela-membrana: ser extensión del cuerpo para abrir espacios donde se cuide la vida. Al enfrentar el exilio forzado, por intereses coloniales y extractivistas del gobierno marroquí, las mujeres saharauis se encontraron en el corazón del desierto del Sahara sin nada más que sus cuerpos y sus melfas (vestidos), decidieron entonces extender sus vestidos en forma de jaimas (casas) para proteger a sus hijos. En el desplazamiento surgen fuerzas maternas y colectivas que le ayudan al cuerpo a adaptarse a nuevos espacios y lugares. En el caso del pueblo saharaui estas fuerzas han ayudado a crear amarres más fuertes para sus melfas-jaimas y fortalecer su capacidad de resiliencia en su lucha permanente por lograr la autonomía de su país.
Durante el festival tuvimos que presenciar una tormenta de arena que frenó las actividades. Con Kanita, una mujer saharaui con la cual trabajé de manera cercana durante el festival, y Luna, bailarina y fotógrafa mexicana, decidimos afrontar las fuerzas desordenadas del siroco enfrentándolo con nuestros cuerpos y amplificando sus fuerzas con la tela-membrana negra. Fue un ejercicio experimental de libertad; nos pusimos en un lugar de vulnerabilidad y apertura, al mismo tiempo que de completa responsabilidad.
En la siguiente iteración de Errantes —un proyecto en desarrollo continuo— trabajé con un grupo de aproximadamente treinta mujeres y un equipo de artistas invitados3 en la creación de una serie de acciones y una instalación sonora4 para el terminal de transportes de Bogotá (figuras 11-14). Estas acciones realmente implican saber estar en conversación constante con las fuerzas del espacio, debido a esto en el proyecto nunca se establece una coreografía previa y se trabaja sobre todo a partir de pautas de escucha profunda e improvisación. Los cuerpos se preparan para habitar de manera consciente el espacio, no para realizar acciones anteriormente establecidas, y se proponen momentos de composición que permitan crear una estructura abierta a la implicación, la experimentación, la escucha profunda y el juego.
Mi último proyecto, Pensamiento aliento (moverse hacia el otro) (figuras 15-18), es un trabajo sobre la respiración y el aliento como formas válidas de conocimiento del mundo en una búsqueda por hacer presencia en otros. La respiración es amplificada y transformada por unas vasijas de cerámica que se asemejan a ocarinas o a pequeños instrumentos de viento que ayudan a crear sonoridades informes, a modo de gemidos, suspiros, quejidos y murmullos. Estas sonoridades devuelven la conciencia sobre la respiración y el aliento por medio de acciones de resistencia, vulnerabilidad e implicación. Durante las acciones se remueven memorias, sentires y saberes que se transmiten con el aliento más que con la formulación de la palabra.
El proyecto también está compuesto por un sistema de notación que comienza a plantear una “voz íntima informulada” (Bachelard, 1988) junto con las formas (informes) del aliento. Nos dice Bachelard: “Tratemos aún de poner nuestro oído, nuestro oído soñador, de acuerdo con esta voz íntima informulada, con esta voz únicamente aérea, con una voz que se ensordecería ya si conmoviera las cuerdas vocales y que solo necesita el aliento para hablar”. Es la palabra que se repliega retornando a un estado preverbal en el cual es tan solo fuerza de aliento, signo o gesto.
El aliento se crea, somáticamente, en mi vientre y mi pelvis movilizando mi diafragma y migrando fuera de mí al ser expulsado por mis pulmones. En su proceso de migración, al igual que la palabra, encuentra a otros. Continúa Bachelard: “Vivamos la palabra, como la vivíamos cuando jurábamos amar ‘con toda nuestra alma’, amar hasta el último suspiro […]. Vivámosla ‘respirándola’”. In xochitl, in cuicatl, o flores y cantos, para el pensamiento náhuatl, es el saber transmitido a través del canto, o las formas rítmicas del aliento, deviniendo en poesía o arte. Para los sabios, maestros nahuas, es la palabra, como fuerza de aliento o canto, la transmisora del conocimiento del mundo expresado en la belleza y la verdad de la poesía. Julia Bejarano, en su texto Vida, escucha y creación sonora a partir del sonido ordinario de la respiración y del silencio y su relación con el arte, nos recuerda cómo en la Grecia clásica “la respiración era una conexión con la inteligencia y la conciencia del ser, estando los pensamientos y sentimientos resguardados en los pulmones” (2017). En su texto trae a colación una cita de Andrés que amplía esta idea:
No debe pasar inadvertido que en griego “soplo”, “aliento”, “hálito”, se designara como pneûma, un término que entre los filósofos griegos venía a significar “alma”, una fuerza con la cual el demiurgo daba vida a las cosas y las componía en un orden perfecto. Insuflar un instrumento musical era lo mismo que “animar”, dar alma, ofrecer al aire una entidad audible. Uno de los equivalentes latinos de “aliento” (anhelítus) era precisamente “anhelar”, buscar concordia con el deseo expresado por la voluntad individual. (2008, p. 59)
En Pensamiento aliento, el anhelo que se anima es siempre un anhelo de movilidad, de apertura y vulnerabilidad ante la presencia de otros. “Vida es una palabra que aspira” (Bachelard, 1988), que abre, que expande, que resiste. Frente a la comodificación del aire, la colonización del pensamiento y la anulación de otras formas de conocimiento, la respiración consciente y extraordinaria5 se plantea necesaria en la apertura de espacios para la vida. Moverse hacia el otro es el ejercicio de caminar en la cuerda floja de la implicación poniendo un signo de interrogación en todo lo que se plantee fácil. El riesgo de vivir en responsabilidad radical por otros seres es siempre el riesgo de mirarnos profundamente, cuestionar nuestra intencionalidad y desarmar ideologías operantes. Como lo dijo una gran amiga, citando a Haraway (2016), “Nos hacemos con otros o no hacemos nada en absoluto”6.
1 Ser-estar-en-el-mundo implica una no división de mi ser y del mundo que me constituye y al que yo constituyo.
2 Errantes de la ciudad, video de las acciones realizadas en el terminal de transportes de Bogotá (proyecto financiado con una beca de creación de Idartes en el marco de la Cumbre de Arte y Cultura para la Paz de Colombia. Contó con la colaboración de la Fundación Prolongar y el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación de Bogotá).
3 Los artistas, pedagogos, bailarines y teóricos invitados fueron María Victoria Estrada, León David Cobo, Ricardo Toledo Castellanos, Renata Serna Hosie y el colectivo La MoVida de Feldenkrais. El equipo de gestión, producción y creación lo compusimos Inti Camila Romero Estrada, Sebastián González Dixon y yo. Disponible en http:// nataliaespinel.com/
4 La instalación sonora fue creada por el artista sonoro León David Cobo junto con las mujeres y fue transmitida en los aproximadamente 94 parlantes dispuestos a lo largo de la Terminal de Transportes de Bogotá.
5 Julia Bejarano nos habla del sonido ordinario y extraordinario de la respiración. El sonido extraordinario de la respiración se hace consciente en algunas circunstancias de la vida, o gracias a los mecanismos del arte. En estos momentos extraordinarios, la respiración puede devenir significativa y afectar de múltiples formas nuestros cuerpos.
6 Traducción de Catalina Hernández Cabal de la frase: “We become-with each other or not at all” (Haraway, 2016).
Referencias
Adler, J. (1968). Dance Therapy and Authentic Movement: Looking for Me. Video documental, 30 min, formato DVD. Dirigido por Janet Adler y traducido del francés por Mary Caroline Richards. Pittsburgh: Expressive Media Inc.
Ahmed, S. (2014). The Cultural Politics of Emotion. Edinburgh: Edinburgh University Press.
Bachelard, G. (1988). Air and Dreams. An Essay on the Imagination of Movement. Dallas: Dallas Institute Publications.
Baggs, M. (2007). In My Language. Youtube video. January 14.
Bainbridge Cohen, B. (1993). Sensing, Feeling, and Action: The Experiential Anatomy of Body-Mind Centering. Berkeley: North Atlantic Books.
Bejarano López, J. (2017). Vida, escucha y creación sonora a partir del sonido ordinario de la respiración y del silencio y su relación con el arte. Cuadernos de Música, Artes Visuales y Artes Escénicas, 12(2), pp. 13-30.
Espinel, N. (2014). Errantes del Sahara. Video sobre el proceso de trabajo con mujeres saharauis presentado en ARTIFARITI, Festival de Arte y Derechos Humanos del Sahara Occidental, Tindouf, Argelia.
Espinel, N. (2016). Errantes de la ciudad. Video. Beca de creación de Idartes en el marco de la Cumbre de Arte y Cultura para la Paz de Colombia.
Espinel, N. (2018). Pensamiento aliento (moverse hacia el otro). Performance presentado en la Schafler Gallery, Pratt Institute, Brooklyn, NY.
Fromm, E. (1956). The Art of Loving. New York: Harper & Row.
Giménez Giubbani, A. (2001). Emmanuel Levinas: el humanismo del rostro. Escritos, 19(43), 337-338.
Haraway, D. J. (2016). Introduction & Playing String Figures with Companion Species. Staying with the Trouble: Making kin in the Chthulucene (pp. 1-29). Durham: Duke University Press.
León-Portilla, M. (2016). Flor y canto. Otra forma de percibir la realidad. Cuadernos de la Coordinación de Humanidades (pp. 5-23). México: UNAM.
Uribe Botero, D. (2006). Si la naturaleza es sabia, el hombre no lo es. Cuidado de la vida. Reflexiones filosóficas (pp. 15-34). Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
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