LA VIDA, UN CONJUNTO DE ASOCIACIONES
El arte es un ámbito que facilita la articulación de investigaciones de distinta naturaleza. Esto me ha permitido observar desde diversas ópticas la complejidad de la relación que los humanos establecemos con la vida en contextos específicos a partir de una investigación sobre el agua. A lo largo de varios años he tenido la oportunidad de ser parte de procesos que implican las vinculaciones y colaboraciones que los proyectos han hecho posibles desde la ciencia, la divulgación, la filosofía, la historia, el activismo, y comunidades afectadas.
La sociedad en la que vivimos está ensamblada sobre la base de una organización económica que posiciona de forma jerárquica al ser humano en la naturaleza. Hemos dado pasos importantes en cuanto a una consideración ética y más incluyente de otras formas de vida. Estamos comprendiendo la importancia de recobrar los vínculos basados en la simbiosis, la empatía y el respeto con todas las especies. Sin embargo, el modelo económico que prevalece, somete a la naturaleza para disponer de ella e incorporarla a la maquinaria económica.
La proyección que resulta de esta forma de pensar es catastrófica porque la sociedad ha puesto los derechos más universales y fundamentales para todos los seres vivientes en manos del corporativismo y de la propiedad privada. El agua, que es la base de la vida en la Tierra, es atravesada por estas prácticas perversas.
A partir de la investigación sobre el agua de ríos contaminados en diversas ciudades, he podido observar las vinculaciones complejas que tejen el fenómeno de lo vivo. Siguiendo el pensamiento de Humberto Maturana, los seres vivos se producen a sí mismos, tomando del exterior lo que necesitan para sobrevivir. Desde la célula como unidad mínima de la vida, hasta los sistemas celulares que resultan en organismos complejos como nosotros los humanos y todas las formas de vida que conocemos. Dice Maturana que este producirse a sí mismo como acto espontáneo de lo vivo se realiza como parte de un espacio o ámbito relacional que él nombra nicho ecológico. Un ámbito en el que «el ser vivo vive» en una constante interacción con aquello que es capaz de percibir, de lo cual se alimenta y a lo cual nutre. Es decir, los seres vivos surgen y se desenvuelven junto con ese espacio de relaciones; son entidades individuales, pero no aisladas. Son, en sí mismos, cuerpo del conjunto vital con el resto de las especies con las que se relacionan. Esas relaciones crean enlaces, vínculos de los que se desprenden o se desdoblan de manera armónica nuevas dinámicas. De ahí que la vida es un continuo en transformación, pero no en el entendido de que las especies se adaptan a un entorno que tienen que ocupar, sino que se trata más bien de un continuo andar colectivo que construye a su paso ese espacio de relación.
Para abordar la problemática del agua en México, comencé a trabajar en Plantas Nómadas, un proyecto que nace a partir de la necesidad de entender la problemática del agua en algunos ríos en una multiplicidad de aspectos, desde la naturaleza del agua, los aspectos políticos relacionados con la industria y el gobierno, la salud, el impacto en los ríos y los ecosistemas, entre otros. Después surgió Plantas Autofotosintéticas, un experimento que incorpora los conocimientos adquiridos para intentar hacer un sistema que se autorregule. Este experimento se constituye en un prototipo que nos ayuda a entender otra forma de relacionarnos con el agua para plantear modelos alternativos de ciudades para el futuro. Ambos proyectos se gestan a partir de la unión de cuerpos robóticos, tecnologías análogas, agua, plantas y bacterias.
Con estos proyectos comencé a trabajar con celdas microbianas. La celda es, de alguna manera, un minilaboratorio que permite potenciar un proceso que sucede normalmente en la naturaleza. En ellas se desarrollan colonias de bacterias cuyo metabolismo produce electricidad y mejora la calidad del agua. Al interior de la celda, las bacterias colonizan los electrodos, formando una especie de arrecife desde donde toman los nutrientes que el ámbito en el que están inmersas les provee. Entre los nutrientes hay desechos contaminantes de varios tipos, principalmente domésticos e industriales que son descargados a los sistemas de drenaje de las ciudades para ser canalizados a los ríos y subsecuentemente al mar. Las bacterias, al metabolizar, biodegradan los desechos presentes en el agua, y lo mismo que realizan en las celdas sucede en condiciones naturales sin el control humano, como parte de un proceso que sostiene un equilibrio homeostático con el resto de las especies. Es decir, el desarrollo de las poblaciones bacterianas es parte de los mecanismos de autorregulación del propio medio. El problema es que cuando los contaminantes superan la capacidad de las poblaciones de microorganismos para restablecer el equilibrio, el sistema colapsa. En México, un 60 % de los ríos están contaminados. Si pensamos los ríos como entidades vivas en sí mismas, podemos imaginar lo que representa un río en estado de colapso para el organismo vivo que es la Tierra. Esto nos lleva a pensar en la importancia de comprender que todo está conectado, y que los impactos de nuestro modelo de vida sobre el planeta tarde o temprano nos afectan.
Una de las estrategias de los seres vivos para la supervivencia es la interacción simbiótica. La vida es el desarrollo de un conjunto de asociaciones. A más diversidad, se enriquece la colaboración interespecie, de modo que el ecosistema se fortalece y es menos vulnerable al momento de enfrentar los cambios.
En todas las escalas y en todos los entornos la vida comunitaria se fortalece.
Plantas Nómadas y Plantas Autofotosintéticas son dispositivos de reflexión en los que convergen distintos aspectos de un mismo problema. La interacción con las comunidades en conflicto ha despertado el interés en la posibilidad de regenerar a los ríos, a partir, no necesariamente de la tecnología, sino de un cambio profundo en la conciencia y nuestra forma de relación con el agua.