JUAN GAITÁN, CURADOR DE LA 8a BIENAL DE BERLÍN: UNA ANTICARTOGRAFÍA
Reconocer el paisaje, reconstruirlo, representarlo, presentarlo, apropiarse de él y construir un entre espacio en el convulsivo mapa europeo. Juan Andrés Gaitán se sienta sobre una de las decenas de alfombras en un Crash Pad de Andreas Angelidakis, primera obra comisionada para la Bienal de Berlín que recrea un salón del siglo XIX y que alude a diferentes tiempos: el fin del siglo XIX y la primera gran quiebra financiera que daría origen al Fondo Monetario Internacional; la reinvención de Grecia en la modernidad, el Big Crash de la Europa posbienestar.
Gaitán es curador, escritor, artista, historiador del arte con estudios en la Universidad de British Columbia y la Academia de Artes Visuales Emily Carr de Vancouver, Canadá; excurador del Witte de With Center for Contemporary Art en Róterdam, Países Bajos; entre 2011 y 2012 trabajó como profesor adjunto en el programa de Práctica Curatorial en el California College of the Arts en San Francisco y fue asesor de la Colección Jumex en Ciudad de México.
Residente entre la capital mexicana y Berlín, la impronta que deja en esta versión de la «Berlin Biennale» va un paso más allá de la vocación pública y de la definición de escena local que ha caracterizado a las diferentes versiones de este evento, el cual se realiza desde 1996 en la capital alemana. ¿Qué es más allá? La imagen y su estatus en la vida contemporánea.De acuerdo con el colombo-canadiense, la cuestión es «cuáles son los mecanismos de representación y cuáles son los grandes aspectos poco o no representados de la vida social y política».
«Hay dos formas fundamentales a través de las cuales accedemos al mundo, que son el dinero (valor económico) y la imagen (o representación visual). El valor económico y la representación visual son las dos formas por medio de las cuales las cosas se vuelven representables y al mismo tiempo adquieren presencia. De ahí que emerja la pregunta acerca de cuáles son las cosas que no cumplen con esta característica». El Crash Pad es una instancia, en ese sentido, performativa: por medio de la escenificación de un salón biblioteca y de elementos que materializan y simbolizan a la vez la precariedad del pasado y el presente, el salón es la primera instancia —entre pública y privada— de una bienal, que anuncia su carácter de forma silenciosa y paulatina.
Zachary Cahill. USSA Wellness Center, 2014, vista general de la instalación en el marco de la 8a Bienal de Berlín de Arte Contemporáneo. Foto: Henrik Strömberg, cortesía de Zachary Cahill y USSA.
Una mirada al pasado reciente: la tan publicitada 7a Bienal del 2012, titulada «Forget Fear» y curada por Artur Zmijewski. En ella participaron, entre otros, miembros del movimiento Occupy, quienes literalmente ocuparon el espacio central de exposiciones con mesas informativas, workshops, panfletos, bongos y una estética auténtica y propia de los espacios autónomos de activismo político, performándose a sí mismos. También participaron grafiteros pixadores de Brasil, quienes al intervenir con sus tags y textos una conocida catedral, patrimonio nacional, se ganaron la expulsión de Alemania y el distanciamiento del curador. O un artista religioso y artesano popular, como lo es el polaco Mirosław Patecki —quien hizo la estatua de Cristo más grande del mundo en Polonia— convivía en el mismo Berlín KW con figuras como la mexicana Teresa Margolles, sacando a la luz con su presencia los diferentes mecanismos sociales y culturales de representación del poder en sus contextos de origen: el uno por medio de la figura más emblemática del catolicismo, la otra con la acumulación y exposición de titulares de periódicos que muestran a víctimas de la violencia narco en México.
Desfiles de personas disfrazadas de prisioneros de Buchenwald o Dachau, Forget Fear fue un summum. Y una constelación gigantesca de tácticas y prácticas cristalizadas en el espacio de KW. Gaitán se enfrenta entonces a la ciudad que queda después de la sublimación: atendiendo a una anticartografía que mantiene al centro: Berlín KW, emblemático espacio sobre la Auguststrasse en el centro de la ciudad, fundado por el actual director de MoMA PS1 en Nueva York, Klaus Biesenbach, en lo que fuera una fábrica de mantequilla y que más tarde se volviera el principal centro de arte contemporáneo de la ciudad. Además, busca nuevas periferias en los que antes fueran ejes: el Museo Etnológico de Dahlem, en la Universidad Libre de Berlín, que es sede y fuente de recursos para artistas que reflexionan y practican apoyados en uno de los acervos poscoloniales más importantes del país. Para Gaitán, el museo universitario es un «espacio de urgencia». Su colección será trasladada al HumboldtForum, un proyecto en construcción criticado por su vocación neoconservadora: se trata de una réplica del Castillo de Berlín, residencia del tiempo de la dinastía de los Hohenzollern. Inspirándose en el Centre Pompidou de París, el castillo alojará muestras de arte contemporáneo y colecciones de arte con valor etnológico de África, Asia y América Latina. Otro de los espacios periféricos será el centro cultural Haus am Waldsee, de inspiración burguesa y que en algún momento de la década de 1990 tuviera el rol que hoy cumple KW en el campo cultural berlinés.
David Zink Yi, tomando fotografías en los alrededores de la mina de plata de Ayacucho, Perú. Foto: Paul Zink Yi. © 8a Bienal de Berlín de Arte Contemporáneo.
Esta dislocación del mapa de la ciudad, de acuerdo con Gaitán, intenta ser el terreno para abordar superposiciones entre «grandes narrativas históricas y la vida individual», ocupándose de generar un proyecto que reflexionará en torno a la imagen de ciudad, los problemas de representación mencionados y el rol del dinero y el trabajo en la vida contemporánea, por medio de obras realizadas específicamente para la Bienal y un equipo curatorial conformado por curadores y artistas con independencia relativa: Catarina Lozano, Danh Vo, Mariana Munguía, Olaf Nicolai, Natasha Ginwala y Tarek Atoui.
Teobaldo Lagos ¿Qué es para ti una exposición, unabienal, y qué significa para ti esta en concreto?
Juan Gaitán Para mí la Bienal comienza con una dobleexploración de lo que está sucediendo en el sitio donde se realiza: Berlín en este caso. Yo no asumo
a Berlín como a un punto u objetivo de crítica, sino como un ejemplo dentro de una crítica mucho más amplia, precisamente sobre este tema del que estamos hablando. En cierta forma, Berlín ejemplifica la reinstauración de las grandes narrativas históricas a nivel oficial. La reutilización de la arquitectura como un método o vehículo para traer cierta narrativa de la historia a un determinado momento histórico para resaltarla. De modo que cuando el visitante viene a la ciudad, no es necesario que entre al museo, porque la ciudad opera de una manera museística. Antes de acceder a cualquiera de las colecciones —que en el futuro serían la etnográfica y la de arte asiático que vienen de Dahlem, en el campus de la Universidad Libre de Berlín— o al Humboldt-Forum, ya has pasado por cierta historia de Occidente, que es la imagen de la ciudad prusiana imperial. Ese es tu punto de acceso a otras cosas que están dentro. Yo no creo que eso sea algo exclusivo de Berlín. Lo que pasa es que es una ciudad cuya construcción es mucho más reciente, por lo que es mucho más evidente el programa oficial que está generando este tipo de proyectos. Porque, obviamente, en una ciudad como París, que no fue destruida a causa de la guerra, no hubo imitaciones. Hay una réplica de ciertas fachadas y de la cúpula del Berliner Schloss (Castillo de Berlín) con otra estructura adentro, ¿no? Veo que Berlín se presta para un análisis de esta situación y para un manejo de la historia a nivel oficial. Y que esta información no necesariamente tiene que venir a reafirmar una opinión curatorial. Entonces, paralelamente a esta forma de investigación y de discurso, este es un proyecto más relacionado con la imagen, dentro del cual estoy desarrollando la exposición como una exploración de proposiciones y de la supremacía de la imagen en nuestro mundo actual. Entonces, si podemos usar la palabra «alfabetismo» en este contexto, es la imagen la que genera una mayor comunicación, es más potente a la hora de llevar mensajes. También es más universal porque no depende de un sistema de escritura.
Pienso que en cuanto a la pregunta que tú haces, ¿qué es una exposición?: una bienal no es simplemente una exposición, sino una exploración más profunda con mucho más tiempo y además con una plataforma que tiene mayor visibilidad que una exposición. La exposición en sí, dentro de la bienal, excede a otro tipo de exposiciones porque ya viene desligada del espacio institucional. O sea, tú vas a un museo a ver una exposición, y la forma de aproximarte a una bienal para ver una exposición es diferente, porque generalmente estás viendo obras que no se han visto antes, hechas específicamente para esa ocasión, en el diálogo con un curador o con el equipo curatorial. Es una proposición diferente, un espacio donde puedes generar una mirada muy actual y muy presente del estado del arte actualmente.
TLP Pero no únicamente. También de estados de la cultura y de la sociedad.
JG Bueno, eso involucra, como sabes, toda unasociología y ecología de la cultura, de las políticas alrededor de la cultura y de todo ese tipo de discursos. Pero el arte no. No se trata de que la exposición encaje dentro de una crítica, sino que tenga un carácter propositivo, más que de ilustración de temas.
TLP ¿En qué sentido es determinante en esta bienalel hecho de que tú seas originario del hemisferio sur? Porque tú saliste de Colombia a Canadá con el objetivo de realizar estudios en Vancouver.
JG Para mí es muy difícil saberlo porque... (risas)como historiador, uno está acostumbrado a escribir sobre las idiosincrasias de los actores y actuaciones de la historia. Pero en el caso de mi propia vida, es muy difícil saber en qué medida el hecho de haber crecido en Colombia marca mi aproximación a esto. Porque en realidad mi educación como artista y luego como historiador del arte ha tenido lugar todo el tiempo en el hemisferio norte, en Canadá y en Europa. Canadá es un país muy separado de América Latina y yo me fui mucho tiempo, estuve allá diez años. Si vas a California, Florida o a sitios así tienes un contacto muy cercano con América Latina, con la idea de América Latina, lo latino. Pero en Canadá eso no existe, entonces estuve muy removido por mucho tiempo. Lo único que puedo decir es que tengo una impresión más amplia del panorama artístico latinoamericano y que he hecho un esfuerzo por conocer los contextos africano y asiático. Tal vez eso viene de aquel principio según el cual el arte no tiene por qué tener las distinciones entre arte occidental y no occidental.
TLP Pero cuando tú llegas a curar la Bienal de Berlín,de acuerdo a la biografía que has desplegado, uno llega a preguntarse si acaso esta es una de las nuevas bienales periféricas, como las que hoy en día tienen lugar en contextos periféricos tales como Sharjah, Cuenca o Ushuaia, que de una u otra manera se vuelven centros en el mapa global de los últimos veinte años. En este sentido, Berlín hasta hace poco más de veinte años no era la capital global como se propone a sí misma hoy en día. Por lo menos en términos de imagen de ciudad.
JG Sí, es interesante lo que dices, porque es verdad que Berlín es una ciudad saturada... O no saturada, más bien es una ciudad que tiene muchísimos artistas (risas), pero eso no la hace necesariamente una ciudad internacional. Y la Bienal surge a partir de ese fenómeno, de la migración de artistas y gente relacionada con la cultura que se viene a vivir a Berlín primeramente porque es una ciudad europea y barata. Segundo, en muchos casos, porque tiene toda esta historia que ya conocemos muy bien. Pero de hecho la Bienal ahora ha sido importante, en este caso, porque podemos empujarla a ser un poco más abierta. Estructuralmente, en un principio estaba pensada como una bienal que reúne a artistas que están cerca los unos de los otros. Porque ya de por sí es una comunidad internacional de artistas que vienen de todas partes. Pero yo quería reunir a artistas que no necesariamente estuvieran viviendo en Europa. Eso ejercía unas presiones sobre la estructura de la Bienal que me parecen muy poco productivas.
TLP ¿Cuáles son las motivaciones e impulsos que tellevaron a curar la Bienal? ¿Cómo llegas tú a hacerlo
JG Bueno, el proceso es bien conocido, se trata deuna selección por medio de un jurado. Y en un momento dado te preguntan si quieres hacer la Bienal de Berlín y pues dices que sí (risas). Siempre me ha parecido una de las bienales más interesantes porque ha tenido un carácter esquemático. El primer problema es cómo aproximarse a la ciudad, pues es una ciudad que tiene unas narrativas realmente fuertes, dominantes. Lo otro que me interesa es que los residentes ciudadanos de Berlín, de Alemania, de Europa están familiarizados muy de cerca con los discursos, lenguajes e ideas del arte contemporáneo. Entonces hay interlocutores directos que hablan un mismo lenguaje. Es una bienal de arte contemporáneo en la que el arte contemporáneo está en su hogar, por decirlo de algún modo. En este sentido, la crítica o el pensamiento alrededor del arte concuerdan, a diferencia de la Bienal de Sharjah, por ejemplo, la cual ha ido creciendo y creciendo, en un lugar cuya población se compone en su gran mayoría de no ciudadanos; además, dicha ciudad tiene una conexión mínima con el arte contemporáneo, y allí este no significa mucho, por lo menos no tanto como para nosotros.
TLP Lo que puedo identificar en esta evento es quehay un desarrollo de una discusión de carácter global, o por lo menos internacional, que es de esperarse de una bienal. Pero es un desarrollo que se ha venido dando a lo largo de sus diferentes versiones y que se basa en una preocupación por recuperar mucho lo local, lo berlinés, la producción berlinesa posterior a la caída del Muro y la formación de escenas, etc. Esto se ha vuelto un canal muy importante de trabajo durante los últimos diez años, en forma de una trayectoria desde lo local hacia lo global. ¿Cuáles serían hoy en día las líneas que podrían caracterizar a esta octava versión de la Bienal, en términos de líneas discursivas?
JG Bueno, las dos cosas que dije al principio son losdos temas principales. Como tú sabes, vamos a usar los espacios del Museo Etnológico en Dahlem, que es parte de la exposición, también la Haus am Waldsee en las afueras de la ciudad. Entonces la idea es, en parte, llevar al público a espacios de por sí ya dedicados a la cultura, pero cuya relación con esta cambia radicalmente a lo largo del tiempo, no solo durante la Bienal. El Museo Etnográfico de Dahlem tiene una idea de la cultura determinada, el Berlin Kunst-Werke otra, La Haus am Waldsee otra, etc. Haus am Waldsee y Berlín KW son más cercanos entre sí en términos de su programación orientada al arte contemporáneo. El Museo Etnográfico de Dahlem cuenta con una programación muy diferente de lo que nosotros hacemos, en tanto que ofrece una mirada etnológica a la producción clásica y moderna propia de culturas de todo el mundo, con un valor histórico. Entonces llevamos al público a visitar espacios que no concuerdan con las dos ideas de Berlín que hoy en día compiten entre sí: la primera es la arquitectura clásica de Berlín en el centro de la ciudad, que rescata el pasado prusiano; y la segunda es la idea de una Berlín que se fue desarrollando a partir de la década de 1990 y que es ese espacio otrora dividido por el eje Europa del Este/Europa Occidental, donde entra en juego todo ese discurso en torno a la reunificación y la apertura de la ciudad a los circuitos de la globalización. La Haus am Waldsee, por ejemplo, inaugurada en 1946, se ubica en una parte de la ciudad burguesa, inmutable; se trata de un espacio que no ha cambiado durante más de un siglo. Entonces tienes que empezar a incorporar estas otras partes. En Dahlem se encuentra por lo demás la Universidad Libre de Berlín. Todo esto tienes que empezar a incorporarlo en una versión más larga de la historia de Berlín y eso me parece interesante.
Tarek Atoui está haciendo un proyecto puntual, que tiene que ver con la colección de instrumentos del museo etnográfico. Ha invitado a músicos desde principios del año pasado. Él ha estado recolectando sonidos con el fin de construir un archivo, pero también tiene que ver con la recolección de los instrumentos a partir de su función. El comité curatorial se divide en dos: por un lado están los artistas y por el otro una suerte de cocuradores. Los diálogos que uno tiene con todo el equipo son importantes, fundamentales. Para mí era importante señalar que como parte del discurso de la Bienal, yo, como curador, tengo un equipo de artistas y cocuradores con los que trabajo. Pero obviamente cada uno de ellos tiene sus propios proyectos: Catalina Lozano está realizando programas públicos y va a programar conmigo el Crash Pad. Mariana Munguía está haciendo un libro; Natasha Ginwala ha estado trabajando aquí en Berlín todo el tiempo y está realizando un proyecto más expositivo dentro de la Bienal. Olaf Nicolai es artista y prepara una obra. Danh Vo también es artista. En fin, hay una interacción en el proceso que es importante para el intercambio entre nosotros. Colaboramos y a veces nos desbandamos para volver a colaborar. Interactuamos para discutir e ir repensando el proyecto de la Bienal.
Museo Dahlem. Foto: Maximilian Meisse. © Staatliche Museen zu Berlin.
TLP ¿Hay alguna suerte de énfasis en aspectos poscoloniales en la exposición?
JG Actualmente estoy rehusando esa categoríaporque me parece que propicia un acceso a la Bienal que puede ser interpretado de una forma simple. Por un lado, hay muchos proyectos que se han enfocado de manera importante en eso y no creo que haya necesidad de sumar esta Bienal a dicha constelación, a ese discurso. Por otro lado, me parece importante que se entienda que es una crítica a lo local y que no se desplace esa crítica a otras partes del mundo. La oportunidad que se tiene en el caso de una bienal es la de crear una exposición en el espacio en el que estás, para el sitio en el que estás, al margen de lo que se está produciendo internacionalmente.
Berlín, mayo del 2014.